martes, 14 de abril de 2015

La política de la chancleta...





La pubertad revolucionaria va desapareciendo mientras aparecen los silencios donde antes siempre hubo una respuesta.

Extraño mucho esa época, lo confieso, tan seguros, tan propios, “tan revoltosos”.  Extraño a mis compañeros de culto, su candor realmente cobijaba, enamoraba.  Extraño la certeza de pertenecer a un grupo que “realmente sabía cómo se debía reencausar el país”.

De pronto sucedió que las verdades eran muchas, que las respuestas vencían a las preguntas pero no a quienes tocaba que compartirlas, las respuestas no eran lo importante, sino quien dejaba de tener cargo, puesto, prestigio, nombre; lo importante pasó a ser algo concreto: la institucionalidad de la izquierda dentro de la institucionalidad que siempre se combatió.  Aquella abstracción de revolución pasó a la concreción de una sola cosa, elecciones y votos.

Los partidos políticos en Guatemala se construyen de arriba hacia abajo, y con esa pirámide tan delgada allá en las alturas, no hay espacio para todos, cada quién quiso entonces hacer su pirámide, y así hemos estado desde hace casi 20 años.  

No sé si habrá constituyente pronto, no sé cuándo la izquierda dejará el infantilismo, no sé si realmente hay multipartidismo en el país, no sé hasta cuándo la barbarie cotidiana sea posible, no lo sé.
 
Ahora desconfío de todas las respuestas, y de mí; no vaya a ser que creer en algo, sea solo  una excusa para sobrevivir y subir a cualquier pirámide.  De momento la política de la chancleta le ganó a la revolución.

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