Me busco y me encuentro en un lugar conocido, pero los
rostros, los rostros no son los mismos: hay más de los que puedo reconocer;
muchísimos más, y lo profundamente emocionante es que la mayoría son jóvenes. No voy solo, ya nunca voy solo, llegamos, y
no me siento solo, mi famila no está sola, ese lugar arropa y no importa si
estamos de acuerdo, nos queremos platónicamente y eso basta. Llueve y nadie se mueve, el agua alegra no
espanta. Hay tantos colores como
picardía, tantos colores como gente, tantos colores como ideas, pero visto de
lejitos, se nota el azul sobre todos los colores. Quiero quedarme más tiempo, quiero que pase
algo, quiero que alguien me abrace, que alguien diga algo; pero se trata de lo
que se dice simplemente estando allí, ya está dicho: nos cansamos, somos
capaces de hacer cosas juntos, el interés común es la patria. Me voy mojado y feliz, empapado en realidad, exultante
para ser honesto; me voy a casa, me llevo uno de los recuerdos más bonitos en
25 años: en familia, en la concentración espontanea más grande de los últimos
tiempos en Guatemala.
Hay que hacer algo, se está haciendo algo...
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