En la novena avenida ya se
preparó el placebo, en la sexta, ya los gringos pusieron tranca en la puerta, y
por ahí donde venden espectaculares “shucos”,
ya se dieron por servidos con no salir manchaditos. Luego, Iglesias, organizaciones,
universidades, notables, periodistas y, sobre todo, clase media y los
indignados de otros estratos: podemos decir misa.
Los llamados a paro nacional se
hacen desde posiciones que no pueden convocarlo o sostenerlo, el hambre es
canija y cada quien piensa en las bocas que tiene que alimentar, nadie se
anima. Los que pueden “perder” millones,
no se atreven, no por lo que perderían en un paro, sino por los actores que
saldrían favorecidos y que les podrían hacer perder pisto en serio.
Al parecer, las elecciones van,
las reformas también, pero para la próxima…
Por otro lado, parece ser que el nuevo gobierno no la tendrá fácil con
nadie.
No sé si es soberbia, costumbre,
entumecimiento democrático, o embrutecimiento democrático, pero pareciera que
dejamos que las aguas vuelvan a su nivel y sigan su curso de impunidad,
indolencia y cinismo.
Lo que pase el 13, las nuevas
revelaciones de la CICIG, y el cálculo de Washington, será lo que defina la
coyuntura en las próximas semanas. La
lección, saber que hay que ser ciudadanos democráticos siempre, observar y
participar siempre.
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