Gendarmes
de la ignominia
¿Qué hace
falta decir sobre nuestra realidad? El
proceso eleccionario sigue su curso a pesar de las abolladuras del status quo. Los porcentajes de
reelección son altísimos, de momento no hay reformas y lo evidente no alcanza
ni siquiera para ruborizar a los gendarmes de la ignominia. Esta “primavera con
una esquina rota” se nos convierte en un “jardín lleno de ortigas, invadido por
la inmundicia y la putrefacción”.
Las diferentes
propuestas de organizaciones sociales y plataformas, en su mayoría han sido
recogidas por las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos planteada
al Congreso de la República por el Tribunal Supremo Electoral, de ser aprobadas
se constituirían en un paso hacia el futuro, sin embargo, el presente se impone
para que nada cambie mañana. La calle
grita lo obvio, la vileza y los canallas se apoderaron de la representatividad
para hacer negocios con niños desnutridos, repartirse el dinero que hace falta
en escuelas y hospitales, y proteger sus intereses electorales antes que los de
la población. Impresentables defienden
cínicamente su “derecho” a ser candidatos. La reelección, el nepotismo y la
plutocracia nos son impuestos a golpe de amparos y desfachatez.
De las
decisiones que tome el Congreso en los próximos días y de la permisividad que
sigamos teniendo o no como sociedad, depende el destino inmediato del país. No
permitamos que la fétida corrupción siga royendo las fibras más sensibles del
Estado y los gobiernos, que la infección siga propagándose más allá de los que
se hacen ricos de manera corrupta y llegue a instalarse en la razón de quienes
los llevamos al poder. Que la duda no nos convierta en cobardes y nos desvíe de
este curso de acción en apoyo a quienes están luchando por un Estado donde
realmente tengamos políticos y autoridades idóneas y capaces.
Plantarnos
democráticamente como ciudadanía responsable ante los “salvadores” contrahechos
de la patria, y no permitir elecciones sin reformas, sería una manera de
continuar el camino para terminar con los desdenes de las mafias políticas, la
injusticia de los opresores, la desidia de los que imparten justicia, y la
insolencia de los poderosos.
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