Un viejo a otro: no te maté, no me mataste; aun así
estamos muertos. Nos mataron haciendo que nos apuntáramos durante tanto tiempo.
Mis hijos te odiaron, todavía lo hacen. Los míos también, aunque lo disimulan. Mis nietos no te conocen pero aborrecen tus ideas. En cambio los míos ven tus fotos junto con su padre, para no olvidar.
Estamos muertos. ¿Cuándo se acabará nuestra muerte?
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