La columna de hoy: Hombres pequeñitos contra las mujeres de Guatemala.
http://www.s21.com.gt/itaca/2016/03/04/uhombre-pequenito
"Hombre pequeñito"
Janet Saltzman nos habla sobre algunos rasgos comunes de culturas
patriarcales: 1) una ideología y su expresión en el lenguaje que
explícitamente devalúa a las mujeres dándoles a ellas, a sus roles, sus
labores, sus productos y su entorno social, menos prestigio y/o poder
que el que se le da a los de los hombres; 2) significados negativos
atribuidos a las mujeres y sus actividades a través de hechos simbólicos
o mitos (que no siempre se expresan de forma explícita); y 3)
estructuras que excluyen a las mujeres de la participación en, o el
contacto con los espacios de los más altos poderes, o donde se cree que
están los espacios de mayor poder tanto en lo económico y lo político
como en lo cultural.
Es increíble que sea lo referido a las mujeres lo que ha frenado la aprobación de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Las expresiones de los diputados que no aceptan la paridad, por ejemplo, dan cuenta de una ideología dominante de carácter patriarcal y excluyente, que desvaloriza a la mujer asignándole roles arcaicos y propios de civilizaciones subdesarrolladas, dominadas por trogloditas. El mundo no es el mismo señoras y señores diputados, las mujeres no son subordinadas de género ni tienen roles naturales o divinos preestablecidos.
Es hora de cambiar las estructuras que excluyen a las mujeres de la participación en espacios de toma de decisiones, el Congreso en primer lugar, nuestro sistema de creencias, y la manera en que entendemos y valoramos el mundo, debe cambiar. La exclusión de las mujeres es el principio de la violencia contra ellas. Basta de justificar un tratamiento de segunda categoría a nuestros iguales, los resultados del status quo son claros: hay que cambiarlo.
“Hombre pequeñito, hombre pequeñito/suelta a tu canario que quiere volar.../Yo soy el canario, hombre pequeñito /déjame saltar. /Estuve en tu jaula, hombre pequeñito, /hombre pequeñito que jaula me das. /Digo pequeñito porque no me entiendes, /ni me entenderás. /Tampoco te entiendo, pero mientras tanto /ábreme la jaula que quiero escapar; /hombre pequeñito, te amé media hora, /no me pidas más”. (Alfonsina Storni)
Es increíble que sea lo referido a las mujeres lo que ha frenado la aprobación de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Las expresiones de los diputados que no aceptan la paridad, por ejemplo, dan cuenta de una ideología dominante de carácter patriarcal y excluyente, que desvaloriza a la mujer asignándole roles arcaicos y propios de civilizaciones subdesarrolladas, dominadas por trogloditas. El mundo no es el mismo señoras y señores diputados, las mujeres no son subordinadas de género ni tienen roles naturales o divinos preestablecidos.
Es hora de cambiar las estructuras que excluyen a las mujeres de la participación en espacios de toma de decisiones, el Congreso en primer lugar, nuestro sistema de creencias, y la manera en que entendemos y valoramos el mundo, debe cambiar. La exclusión de las mujeres es el principio de la violencia contra ellas. Basta de justificar un tratamiento de segunda categoría a nuestros iguales, los resultados del status quo son claros: hay que cambiarlo.
“Hombre pequeñito, hombre pequeñito/suelta a tu canario que quiere volar.../Yo soy el canario, hombre pequeñito /déjame saltar. /Estuve en tu jaula, hombre pequeñito, /hombre pequeñito que jaula me das. /Digo pequeñito porque no me entiendes, /ni me entenderás. /Tampoco te entiendo, pero mientras tanto /ábreme la jaula que quiero escapar; /hombre pequeñito, te amé media hora, /no me pidas más”. (Alfonsina Storni)
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