lunes, 16 de marzo de 2015

Peck está demasiado muerto...


“Peck está demasiado muerto, así no quiero”. Por supuesto lloré.  No sé cuan presente tenga este muchachito de 3 años a su abuelo, fueron pocas las ocasiones que mi padre y él pudieron compartir, sin embargo la poderosa presencia de Peck parece haber marcado a un pequeño que para el momento de su muerte apenas tenía dos años, y hoy que tiene tres de pronto lo recuerda y me hace llorar.

En una de las pocas veces que pudieron convivir, cuando Kamilo tenía año y poquito, se miraron directamente a los ojos, a cierta distancia, y mi padre soltó “tiene una mirada altiva”, y claro, eso le encantaba, porque la altivez viene de sus primeros años; cuando le tocó sobrevivir, defenderse, aprender a ser agresivo y  detener con la mirada cualquier amenaza, o con los puños si la amenaza no entendía el mensaje de sus ojos.  (Eran tiempos de gavilla, vender chucherías en las camionetas, andar descalzo, dormir entre perros, ir y venir de donde encontrara calor y abrigo)

Se vio reflejado, le encantó.

“Dónde está” pregunta el pequeño, está en tu imaginación y en la mía contesto, “no me gusta en mi imaginación”, mi hijo no quiere que mi padre esté solo en nuestra imaginación; lloro nuevamente, quiero quedarme con el cariño, inocencia y ternura con que mi hijo recuerda a mi padre.

Mientras tanto, me quedo con mis ojos nubladitos de llanto…

martes, 10 de marzo de 2015

La muerte tiene seguidores...

Unos mueren entre olor a pólvora e indolencia: los demás simplemente nos pudrimos en esta densa y fétida "normalidad". La muerte tiene seguidores, publicistas, mercaderes y falsos profetas esperando que triunfe para seguir engordando sus cuentas, usufructuando el embrutecimiento y el morbo que nos han inoculado; sirven los aparatos ideológicos del Estado, sirve cualquier sepulcro pintado de blanco, cualquier atril, cualquier palestra, pantalla, bocina o rotativa.

Mañana, la muerte tendrá titulares e indolencia, y seguirá mas viva que nunca en nuestro "bello y horrendo país".

lunes, 2 de marzo de 2015

Un día sin políticos...



Cómo sería un día sin políticos, sería como cualquier día porque no tenemos políticos.  Mucho despotricamos en contra de lo que creemos es la política o los políticos, lejos estamos de una ciencia y de que quienes gobiernan ayuden a la convivencia colectiva resolviendo necesidades o demandas de la población.

Pareciera ser entonces que el reto es hacer de la política lo que debe ser y a los políticos, hacerlos hacer lo que deben hacer.

Por muchas buenas intenciones que se tengan, en el actual estado de cosas nada cambiará.  Más allá del llamado de un caudillo o de los que buscan un loteriazo electoral, hacer valer la ciudadanía es un paso obligado para transitar hacía la política real y políticos de verdad.  Lo de refundar el Estado es un discurso político dirigido hacía la reorganización de la cosa pública, pero nadie habla de refundar uno de los elementos de ese “Estado”: la población (entendida esta como sociedad multilingüe y pluriétnica para el caso Guatemala).

Cualquier elucubración calenturienta de cómo debe organizarse el Estado sin la opinión de los que formamos el elemento “población”, será nuevamente la imposición de quienes ya cuentan con poder político para hacer avanzar sus intereses y no quieren perder ese privilegio.  Un verdadero político propondría reunir la representación de los pueblos para escuchar y operativizar sus propuestas, una propuesta bicameral por ejemplo, una de pueblos y otra legislativa; una de consulta y otra de producción de legislación.  La primera sin más cortapisa que la elección misma y la segunda con un perfil a llenar para poder ser candidato y luego ser electo claro está.

Un político de verdad no le tendría miedo a “perder poder”, poniendo el territorio bajo el gobierno central sí, pero también bajo el gobierno departamental; porque la cultura de ese elemento “población” varía muchísimo de un departamento a otro: denominadores comunes nacionales y aspectos particulares departamentales podría ser la línea a seguir.

Las municipalidades no deberían ser el feudo que son, a un político de verdad no le preocuparía tener una asamblea municipal con representación organizada de su municipio, además del concejo municipal; se apoyaría en la información pública como uno de sus mayores recursos.  El político  que esconde información no es político de verdad.

En Guatemala no estamos acostumbrados a escuchar, sino a imponer, y los que se dicen políticos son especialistas en imponer a través del marketing político aquello que los votantes quieren escuchar, aunque suene a paradoja lo de imponer lo que se quiere escuchar.  En Guatemala no estamos acostumbrados a decir la verdad, a ir de frente, a no escabullirse a la realidad objetiva o despejar las taras de la “realidad subjetiva”; creada con base en la percepción del marketing o de los intereses de los medios de comunicación, sus dueños o quienes paguen por circo.


Al que le gusta la política, le gusta la discusión, la propuesta, el éxito colectivo; al que le gusta el poder no le gusta que le discutan, le propongan y le da igual la suerte de los demás.  Un día sin políticos entonces no es lo que deberíamos desear en el país, sino un Estado con verdaderos  políticos.

Este trópico y su gente enamorada...

      Este trópico está lleno de gente enamorada desmemoriada un día subimos a las nubes sobre el mar y al día siguiente nos hacemos...