jueves, 29 de enero de 2015

PETÉN





Aunque pasen por ahí seres sin vida y color, aunque algunos lo pinten de colores estúpidos; Petén sigue siendo un lugar lleno de vida, que enciende corazones, alberga hermosas humanidades y recuerdos de algunos hermanos que no dejan de ser heroicos. Que no se acabe tu verde, tus mares de luciérnagas, tus saraguates y guacamayas, tus violentas tempestades; que no se acaben tus caminos que llevan a lo sorprendente, tus joyas derretidas, tus ríos subterráneos, tu zorros, tus jaguares; que no se acabe tu agreste encanto, tu silencio, tu paz, tus loros y pericas; que no se acabe lo que te arranca de las entrañas el campesino, el campesino que no se acabe, que podamos vivir con vos y en vos.

Petén de mis amores, insisto, enamoras.  Enamoras cuando no hay filtro entre tu cielo inmaculadamente estrellado y nuestra pequeñez que todo te lo destruye, enamoras con tus letrinas que son menos dañinas que la mierda en tus ríos, enamoras con tu caldo de pata en pleno medio día curando la goma del día anterior.  Enamoras cuando despiertas llena de gorjeos, pitiditos, aleteos y bienvenidas guturales a la nueva batalla por un rincón sin política, marketing, o desarrollo.  Enamoras cuando me miras con esos ojos de tizón encendido, calladito y en la oscuridad.  

Recorrerte sigue siendo mágico, bajo tu techo de ramas y verde, trochas, trocopases y demás posibilidades de meterse en tus entrañas y gozarte, gozar tu sabia, tus escobos, tu palmito, tus jutes.  Recorrerte sinuosamente en el Usumacinta hasta llegar al “raudal”, pasar el susto y seguir hasta Piedras Negras.  Recorrerte con un enjambre de zancudos hambrientos detrás, perderse y preguntarle a tus bejucos el camino correcto, recorrerte y descansar al pie de un ceibo imponente y maravillosamente añejo.

Aunque vuelva, siempre te extrañaré. Lástima que los dioses del trueno y la pólvora ya no te guardan, iré cuantas veces pueda en busca de la paz que me das.

viernes, 16 de enero de 2015

Nuestro cielo y nuestro infierno





Solo en nuestro cielo y nuestro infierno
hay lugar para los que se fueron,
solo allí sobreviven al olvido;
a fuerza de egoísmo y remordimiento.

No quiero que me recuerde nadie
quiero,
si hay alguien que llorará mañana
que no me olvide: ahora.

miércoles, 14 de enero de 2015

Mi perra favorita...






De un carácter malhumorado, sin dos dientes de enfrente, veleidosa, independiente y una “melcocha” cuando le daba su real gana, así era mi perra favorita.

Recuerdo preguntar por ella en el lugar que se mantenía, porque claro, era una perra de la calle, de ahí toda su rabia contenida; “pues esa es una golillera dijo alguien, un día le dieron un leñazo que le botó dos dientes, no se puede uno ni acercar, ja, cosa seria es”.  Acto seguido la levanté en brazos y me miraba incrédula como diciéndome, te voy a morder no seas pendejo, y desde ese día se integró a la familia.  Llevaba las cebollas de las patas en carne viva, de tanto ir y venir por la carretera buscando comida, en los huesos, parecía un esqueleto forrado, efectivamente no tenía dos dientes de enfrente, comía de ladito, despacito y echada.

Al principio no entendía el porqué de las paredes que la rodeaban, se la pasaba rondando, buscando un flanco débil para escapar, y lo encontró, y se escapó, y oh sorpresa, volvió.  Luego de un tiempo al dejar abierta la puerta, apenas se asomaba, ella tomó posesión del patio y vivió reinando tranquilamente.  No le gustaban las tormentas, hacía “cavernas” para esconderse cuando había una tormenta, no era de andar jugando con los otros perros o con nosotros, simplemente se alejaba a estar tranquila en otro rincón.

La primera vez que la bañamos, la “despulgada”, vacunarla, hacer que no gruñera cuando te acercabas a su comida, todo fue una experiencia divertida, peligrosa y amorosa.  Y así se convirtió en una perra fuerte, tranquila, amorosa y sobre todo, celosa de su casa y de la gente que la quería. Asumió a dentellada limpia la jefatura de la manada, y la guiaba a la hora de cuidar o defender, humanos o territorio.  De cuando en cuando se acercaba para que uno la acariciara, al final de los tiempos aprendió a jugar, era feliz.

Gracias por todo lo que nos diste Mayita, siempre serás mi perra favorita.

lunes, 12 de enero de 2015

Hermano basilisco...



A veces,
basta con que -uno- deje de creer
para que los demás
digan que nunca han creído.

A veces,
olvidarse de uno mismo
resulta en un convite de hienas.

A veces,
el desprecio no logra ocultarse de la ira
que delira en el hocico de las bestias.

"Hermano -basilisco-,
no te acerques mucho..."
no me mires siquiera
que no se junte tu furia con la mía
que nuestros daños no nos dañen,
disfruta de tu infierno: es mentira que es eterno.

viernes, 9 de enero de 2015

Borrar mientras escribo



Borrar mientras escribo
no puedo
y eso no me deja seguir.
Estoy atorado en ese primer verso
viejo y apolillado
tanto,
que no puedo atrapar la magia que revolotea en tus ojos.

Que alguien me ayude a borrar mientras escribo.

Crónicas marcianas...





En la casa vacía
suena y resuena el amor
hasta que no se aguanta
y el corazón solo sirve de compás,
hasta verte de nuevo.

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Callarse
es dejar abandonadas
a las víctimas de la ignomínia.

Callarse es autoinflingirse la muerte.

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Lejos quedan las crónicas marcianas
y sin embargo
los meteoros no paran,
el frío, oscuro y vacío
apenas aruñado,
sigue muriendo: solo vemos su relejo.

Este trópico y su gente enamorada...

      Este trópico está lleno de gente enamorada desmemoriada un día subimos a las nubes sobre el mar y al día siguiente nos hacemos...