lunes, 16 de marzo de 2015

Peck está demasiado muerto...


“Peck está demasiado muerto, así no quiero”. Por supuesto lloré.  No sé cuan presente tenga este muchachito de 3 años a su abuelo, fueron pocas las ocasiones que mi padre y él pudieron compartir, sin embargo la poderosa presencia de Peck parece haber marcado a un pequeño que para el momento de su muerte apenas tenía dos años, y hoy que tiene tres de pronto lo recuerda y me hace llorar.

En una de las pocas veces que pudieron convivir, cuando Kamilo tenía año y poquito, se miraron directamente a los ojos, a cierta distancia, y mi padre soltó “tiene una mirada altiva”, y claro, eso le encantaba, porque la altivez viene de sus primeros años; cuando le tocó sobrevivir, defenderse, aprender a ser agresivo y  detener con la mirada cualquier amenaza, o con los puños si la amenaza no entendía el mensaje de sus ojos.  (Eran tiempos de gavilla, vender chucherías en las camionetas, andar descalzo, dormir entre perros, ir y venir de donde encontrara calor y abrigo)

Se vio reflejado, le encantó.

“Dónde está” pregunta el pequeño, está en tu imaginación y en la mía contesto, “no me gusta en mi imaginación”, mi hijo no quiere que mi padre esté solo en nuestra imaginación; lloro nuevamente, quiero quedarme con el cariño, inocencia y ternura con que mi hijo recuerda a mi padre.

Mientras tanto, me quedo con mis ojos nubladitos de llanto…

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