“Y sin embargo”, decía Fidel en un discurso a la nación en 1959, “…queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil, quizás en lo adelante, todo sea más difícil, decir la verdad es deber de todo revolucionario”.
Hablar y decir la verdad es realmente difícil en un contexto político y electoral, donde la mentira y el engaño son moneda corriente. Por un voto, se miente, se engaña, se dice la verdad a medias, se dicen mentirillas, se presume de atribuciones que no se tendrán, se olvida la ética política, no digamos la ética revolucionaria y el “fin” justifica los “medios”, en este caso, el fin justifica la mentira. Pues no. No hay que mentir.
Queda mucho por hacer y no debemos engañarnos, en adelante todo será más difícil, porque si se avanza debe ser con la verdad, sin prometer empleos, sino pedir disposición al trabajo creador que debe transformar, revolucionar los quehaceres cotidianos, burocráticos, y tornarlos en aventuras transgresoras del sistema.
Es necesario hablar con claridad, llamar a las cosas por su nombre, si alguien es corrupto, lo es, punto. Si algo no está bien hecho, no lo está. Si alguien se aprovecha de alguien, se dice, igual hay que decir las cosas buenas, incluso si se habla de los adversarios, y por supuesto, hay que hablar de “nuestras” cosas buenas, que no son elucubraciones propias o novedosas, simplemente son ideas sociales que deben profundizarse, volverse sistémicas, tocar, conmover a la sociedad para ir pasando de la barbarie en la que vivimos a una sociedad civilizada que se apoya entre sí y busca algo que va más allá de la simple acumulación de recursos o la satisfacción material.
No será fácil porque en un país donde nos tienen acostumbrados a soportar en silencio el abuso, hablar, decir la verdad, es insolencia, es insolencia que debe ser castigada.
Para avanzar tenemos nuestro “poder hacer”, poder hacer que debe generar opinión, pública y publicada, las acciones fieles a nuestra formación, a nuestros maestros y maestras, nuestros principios rebeldes y revolucionarios, nuestra disciplina y lealtad a las causas “anti sistema”, de clase, ideológicas. Cuando Fidel hablaba de no engañarse, lo decía en un contexto de victoria, acá, las batallas aún están en ciernes, y para nuestro momento en la historia, nos referimos a la batalla épica por la democracia.