Si el Ché viviera, aunque todo es
ahora distinto, buscaría lo mismo, intentaría lo mismo. Con mucha más eficacia lo eliminarían. Si el
Ché viviera tendría que tener mejor marketing que el sub Marcos, la guerra de
guerrillas obsoleta por tanto control satelital y ojos en el cielo, lo
obligaría simplemente a descubrirse el pecho y ponerse de pie frente al fuego
enemigo, frente al Sistema.
Si el Ché viviera, viajaría
nuevamente por el sur, y vendría un poco más al norte, a Guate, y estaría más
encabronado que nunca. Regresaría a Cuba a revolucionar la Revolución. Se iría a pelear a Palestina. Le encambronaría tener que andar cargando una
lap top en su mochila. Se hubiera echado
una chamusca con el Diego durante su recuperación.
Si el Ché viviera, el hombre nuevo
aún seria tema para discutir, tarea que cumplir. Si el Ché viviera, se
preguntaría por qué somos tan inútiles y nos encantan los caciques y las
historias heroicas que nunca protagonizaremos, por cobardes, por hipócritas,
por comodones.
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