Hoy la memoria acarició recuerdos muy lejanos, y desde esa
lejanía vino alguien a darme una lección de amor. No creo en milagros, ni en mesías, ni en
leyes divinas, karma y demases. Pero
creo en la gente que ama, que no es indiferente, que quiere hacer algo para
transformar el mundo o su esquinita.
Y no creo porque por más que se ruegue, y se ha rogado por
siglos, los pobres siguen siendo pobres; la mitad de población en el mundo
sufre de sobrepeso y la otra se muere de hambre. Porque la indiferencia a nuestro entorno es
tal, que solo volvemos a la vida cuando algo ocurre a alguien querido, pero lo
que le pasa al de al lado ya no nos afecta.
Pero de pronto aparece alguien y te suelta un gesto de amor,
de manera inesperada, de manera insospechada, de manera genuina, de manera
sencilla, de manera en que deberían ser todas las maneras. Y es entonces cuando
se me enchina la piel y digo:
Creo en ti
como creo cuando crece
cuanto se siente y padece
al mirar alrededor.
Creo en ti,
y me alegro que el mañana
a través de mi ventana
nunca sea igual que hoy.
Creo en ti,
porque dándome disgustos
o queriéndome mucho
siempre vuelvo a ti.
Creo en ti,
lleno de contradicciones
presto a soluciones
siempre creo en ti.
Creo en ti,
porque nada hay más humano
que prenderse de tu mano
y caminar creyendo en ti.
Creo en ti,
como creo en Dios
que eres tú, que soy yo,
en ti, Revolución.
(Pablo Milanes)
No hay comentarios:
Publicar un comentario