Nunca he sido bueno
para las despedidas, me cuesta mucho cerrar, voltear la página, pero nunca
antes me había tocado una despedida es estas, que tu padre te diga adiós, es un
golpe seco en el gaznate, te deja sin aire, no te sale la voz, no se puede manejar
racionalmente; es la peor de las despedidas.
Al mismo tiempo es un
momento de mucha paz, porque se junta todo lo bueno y es lo que se tiene
presente, de mucho silencio, porque cualquier palabrerío es vano, de mucho amor
y autenticidad, porque se yace desnudo del alma, sin rencores ni dobleces.
Es bizarro, porque no
es inmediato, que el tiempo sea oblongo es lo más deseado. Cada segundo se vuelve una incertidumbre, es
un tiempo tortuoso de espera, que quieres se alargue por doloroso que sea. Al final, jamás uno se despide, hay personas
que te acompañarán siempre, mi padre es una de ellas.
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