miércoles, 13 de septiembre de 2017
Criptogramas y laberintos
Oleadas de baquetazos golpean el silencio
los redobles aprovechan cualquier resquicio para repetirle a mis sentidos:
lo importante es amar.
Amar es más que “lucecitas para escena”
estrujarse con alguien nuevo
o vengarse con alguien ajeno
amar es desandarse y aprender de los vacíos
vomitar odio
sangrar tristeza,
amar es hacer, sí, hacer que se transforme por completo nuestro pequeño universo…
Siempre.
Usar cardo por aguja y remendar con fruición cueros sobre el mar
música por bálsamo
éter por combustible
y un criptograma con la palabra “búsqueda” precediendo a un simple abrazo
que a su vez
trae una pequeña caricia latido contra latido,
y así
hasta que se abracen también las pupilas
las palabras
y se llegue con amor al próximo laberinto.
viernes, 25 de agosto de 2017
Lamiendo heridas...
Hago una pausa
dejo de lamerme las heridas
y hablo de esperanza,
con la lengua abrasada de tanto compadecer y quejarme de la lucha en otros tiempos
con el sabor de la sangre propia
de los que no conocí
y de los de ahora, que no son menos que los de antes,
concluyo:
me nacerán nuevas papilas
buscaré otros corazones
y acompasaré mis tristezas con la alegría de luchar por estos días.
Pero no dejaré de lamerme aquello que solo yo sé dónde está y lo que duele.
Tintero derramado
Reñidas son las batallas
de las fuerzas que nos redimen
y bruñidas
en nuestra breve existencia
las caricias de lo sublime.
Ciegos de plumas
gritos y banderas
aunque se derramen, no encontramos tinteros,
gaznates, ni a los los rebeldes de esta era.
En la hora buena,
estaremos
con nuestros ruidosos fantasmas,
como siempre
buscándonos entre las multitudes.
Acidez, poetas y poesía
La crónica de los muertos acarreando basura
los zopes velando la no vida
los pillos pidiendo cordura
los consecuentes coqueteando citando a Frida
y los avatares de cada desdichada criatura
en esta esquina rota antes llamada primavera,
no debe cesar
hasta vaciar de podredumbre la cartuchera
y paremos escribiendo de nuestros hijos y sus ojos
del amor que nos desborda
y las salas llenas de poetas y poesía:
hasta entonces
la acidez aderezará cuentos
novelas, versos, libretos y nuestras propias vidas.
lunes, 14 de agosto de 2017
El amante y el buhero
Después de tanta palabra con filo
se quedaron romas las letras
y si no puedo apuñalarte el corazón
sin escribirlo
no me sirven
no las quiero,
fácil se confunde el oficio de amante con el de buhero
y yo, amo tu ulular
no soy su carcelero.
viernes, 21 de julio de 2017
Suspirar sin que el glande se infle
Si quisiera enamorar a una mujer no sé cómo hacerlo, las lecciones aprendidas de cómo hacerlo me las dio la calle y hasta algunos libros, incluso uno que invitaba a la fémina a “estar callada” para gustar. Sé decir sobre voluptuosidades, humedad y estertores. Ojos grandes y pestañas pesadas de rímel. Olores dulces. Mi semen derramado. Yo gimiendo. Pero no he aprendido nada del cuerpo que horado, de los ojos que miran mi urgencia, de los labios que rehúyen mi boca abierta y mi lengua desenfrenada. Amar es algo complejo. Inacabado. Volátil. Frágil. Enamorarse es violento y maravilloso, pero cuando aparecen las flores que nacen de nuestros putrefactos humedales la belleza no alcanza a superar la realidad. La vida se acaba, a veces pronto y otras veces es insoportablemente larga, pero cualquiera sea el caso no alcanza a ser suficiente para desandar lo que tus propios pasos han caminado o los pasos de la historia antes que vos. Enamorar a una mujer no debiera ser distinto a enamorarse a uno mismo. Porque quién mejor que uno para saberse imperfecto, real, verdadero. Creo que pido perdón por cada rosa cortada de madrugada para conseguir una mirada. Por cada letra cursi. Por cada ínfula de atleta sexual. Por cada postura de macho. No digamos por la pedante y vacía actitud de trotamundos, catador de vinos, conocedor de menús mediterráneos y paseos románticos por ramblas, alhambras y castellanas, recordando a la amada. Vaya mierda. Casi una vida para entender que suspirar sin que el glande se infle es lo más sincero del amor.
miércoles, 12 de julio de 2017
Tiempos grandes y pequeños
A veces la piel queda muy grande
o muy chica
igual que las ideas
o el alcance de los dedos
no hay medida
o perfección
solo momentos…
para los tiempos grandes (vacíos)
quedan los ocho estómagos de la bestia rumiando
los tiempos pequeños.
lunes, 3 de julio de 2017
Ecos sin flor
Primero te olvido
luego te violo
te odio y te mato
por último te desecho y culpo a los demás de tu desgraciada vida.
luego te violo
te odio y te mato
por último te desecho y culpo a los demás de tu desgraciada vida.
No debiste irte a la cama sin ser arropada
sin que alguien escuchara tus razones
antes del humo
te asfixiaron los olores de nuestro alegre bodrio nacional
hoy pedimos matar
mañana dejar nacer
y el 8 de marzo guardamos un silencio cómplice.
sin que alguien escuchara tus razones
antes del humo
te asfixiaron los olores de nuestro alegre bodrio nacional
hoy pedimos matar
mañana dejar nacer
y el 8 de marzo guardamos un silencio cómplice.
Florecerás Guatemala, florecerás.
Esta vil zafra de corazones no puede ser en vano
y cuando florezcas
el inframundo y sus dioses no volverán a ungirte las entrañas con las cenizas de su vacía existencia.
y cuando florezcas
el inframundo y sus dioses no volverán a ungirte las entrañas con las cenizas de su vacía existencia.
The Gossip Project
LA ASESINA
IV
Vinicio congeló la imagen de aquella mujer disparando en la sien del falso enfermero, se quedó un rato observando, tratando de entender el porqué de la eliminación; reaccionó y siguió a la asesina hasta la casa de seguridad en el claro, la mujer caminaba tranquila, segura de estar sola en la propiedad, llegó hasta una galera fuera de la casa y frente a la pila empezó a quitarse la ropa. Se quedó en ropa interior y metió todo lo que llevaba puesto, hasta los zapatos, en una bolsa plástica negra para basura. Acto seguido, se desnudó por completo, Vinicio miró para todos lados, como queriendo encontrar autorización de alguien para ver a la mujer totalmente desnuda; en fin se dijo, acabo de ver un asesinato. La mujer tomó una palangana de la pila y empezó a dejar caer agua en su cabeza, su fino cabello rubio y lacio pareció desaparecer al mojarse, dejando ver su rostro perfectamente, principalmente sus grandes ojos verdes. Se echaba agua por todo el cuerpo, mucha, las aureolas de sus generosos pechos hicieron un relieve que elevaba sus pezones hasta terminar en dos ojivas rosadas y puntiagudas. Sacó de otra bolsa jabón y champú, se lavó el pelo y el cuerpo, frotó y frotó sus manos, cara y cuello. Finalmente quitó de su cuerpo todo rastro de lo sucedido momentos antes.
Se secó con una toalla diminuta, en este punto Vinicio solo podía pensar no en los detalles del asesinato, sino en los detalles de la asesina… Se vistió finalmente con otra ropa y calzado que guardaba debajo de la pila. La bolsa con la ropa y zapatos que había usado antes la tiró en una letrina cercana y salió caminando de la propiedad hasta llegar a la carretera, tomó una camioneta hacia la capital y pasando por San Lucas se durmió profundamente.
Vinicio dejó de vigilarla cuando se subió a la camioneta y se dispuso a hacer su informe. No se podía concentrar, acababa de ver a un hombre morir y no podía dejar de pensar en el cuerpo de la asesina, desnudo, mojado, joven. Recordaba que el vientre era firme, sus piernas no tenían estrías, tampoco su estómago, su rostro juvenil le hacía pensar que no pasaba de los veinticinco años, de los lunares que tenía por todo el cuerpo le llamó la atención uno al lado del ojo izquierdo y uno grande en el cuello que se asemejaba a un tatuaje. Se reprochó a sí mismo su perversión y siguió escribiendo el documento que acompañaría las imágenes que enviaría para análisis.
Terminó al fin, firmó y selló el dichoso informe, lo subió a la nube “basecamp” de donde los jefes bajaban la información y se dispuso a terminar su turno. Llegó el nuevo operador, entregó a la “chismosa 1” y salió de la oficina del ala sur en el Palacio del Ministerio de Gobernación. Se encaminó a la escalera de caracoll que solo el equipo de drones y Ministro utilizaban, y cuando iba bajando se topó de frente con aquel lunar al lado del ojo izquierdo de la mujer que observó desnuda con su dron, la escena duró apenas un segundo, pero a Vinicio le pareció interminable, abrió los ojos y le preguntaba quién era, por qué había hecho aquello, por qué estaba en esa escalera, para quién trabajaba. La mujer sonrió con picardía y siguió su camino sin responder a las preguntas que Vinicio hacía con la mirada. Sin saber cómo, al fin estaba en la salida de la séptima avenida y ahora era definitivo, no se podía sacar de la cabeza a aquella mujer joven que había asesinado a alguien frente a sus ojos y que ahora se dirigía al despacho superior del Ministerio de Gobernación.
V
Vinicio caminaba por la sexta mientras empezaba a caer la noche en el centro de la ciudad, tenía ganas de una cerveza, o varias, llegó caminando hasta el Portal del Comercio y entró al Portalito, pidió una chibola de cerveza clara y con los ojos cerrados dio un primer sorbo largo y grande. El de la barra le hablaba mientras le llevaba consomé y ensalada de papas con mayonesa, Vinicio daba las gracias en automático, sentía que el barullo del lugar lo absorbía hasta dejarlo sin la capacidad de escuchar o sumar ningún ruido.
Luego de 5 chibolas de cerveza estaba listo para irse a casa, el día siguiente descansaba. Salió del Portal del Comercio por la séptima calle y después de quitar el seguro a su glock, caminó hasta la cuarta avenida a esperar un taxi. No le gustaba manejar carro, decía que eran ataúdes con ruedas, y que manejar un vehículo era facilitarle el trabajo a los sicarios porque no se podía responder con rapidez a un ataque.
A las diez en punto, cinco minutos después de estar parado en la esquina de la séptima calle y cuarta avenida, paró un taxi; a la Comunidad le dijo, zona diez de Mixco. Subió y los coritos retumbaban en el pequeño Kia Picanto. Vinicio le pidió amablemente al conductor que le bajara volumen a sus coritos, a lo que el chofer contestó con una prédica sobre el licor, la noche y la vida mundana de los hombres. Le decía a Vinicio que a esa hora él ponía los coritos para estar en gracia y que no le pasara nada, que si le bajaba volumen los pasajeros no podían sentir la presencia de Dios y era cuando pasaban cosas; se han subido quienes venían a asaltarme directamente, pero al escuchar las alabanzas Satanás se ha acobardado.
Vinicio no sabía si sacarle la pistola y amenazarlo, decirle que era policía o simplemente estirar la mano y bajarle él el volumen a la gritadera. Optó por ponerse al Buky en su celular y conectar los audífonos. La ciudad pasaba a su lado con rapidez, el taxista dobló hacia la avenida Elena y luego buscó el Cementerio General, Vinicio recordaba las veces que había hecho vigilancia con su dron en el cementerio para identificar amigos y familiares de narcos asesinados; pasaron por la Plaza Mariachis y se encaminaron hacia El Trébol. Cuando pasaba frente al Mercado El Guarda sonó su teléfono, lo llamaba su jefe, apague esa mierda le gritó al taxista, el chofer no hizo caso y Vinicio montó en cólera, sacó su pistola y se la puso en la cabeza; va a apagar esa mierda o no. Se hizo el silencio dentro del taxi y Vinicio contestó la llamada, no le dio tiempo de hablar siquiera, preséntese inmediatamente en la base le ordenó su jefe. El taxista estaba muerto de miedo, Vinicio pidió disculpas y le dijo que se metiera por la calzada Mateo Flores de vuelta, que subiera por el periférico y lo llevará al parque Concordia. Al llegar al parque y después de pagar, Vinicio le soltó al taxista: ya ve cómo sin coritos no le pasó nada, y con sorna le dio las buenas noches y un “bendiciones”.
Gringo chapín...
Gringo chapín..
En política no hay almuerzo gratis y al más alto nivel no se hace ni dice nada, o casi nada, que no esté medido y sabiendo de antemano cuánto se ganará y perderá, el embajador Robinson no se va por decir idiotas a cuatro diputados, les dijo idiotas porque ya sabía que se iba. Tampoco se va por el lobby hecho en Washington, a los lobbistas entrenados por House of Cards no les salió la cosa como creían, casi nadie los recibió, por lo menos al nivel que ellos aspiraban. Por otro lado, estamos hablando de la política del país que se cree dueño del mundo y ahora es fiel al eslogan “America First”, lo que para estos lares significa que importan ellos, no nosotros.
Bien entonces, el nuevo representante del gobierno norteamericano no viene a ponerse de alfombra a nadie, menos a empresarios y políticos que defienden la corrupción. Viene a dar continuidad a la política exterior gringa que para la región y en la actual coyuntura, se centran temas como terrorismo, inmigración y narcotráfico. Dicho sea de paso, en el marco del Plan para la Prosperidad, les interesa particularmente el tema de la corrupción, porque les preocupa que sus dólares vayan a los bolsillos de las mafias que han cooptado el Estado sin que se resuelvan los problemas que desgraciadamente hacen que miles de guatemaltecos migren en busca del sueño americano.
Desde 1826 cuando el encargado de negocios estadounidense para la región de Centroamérica presentó sus cartas credenciales, los norteamericanos tienen una representación oficial ante el gobierno guatemalteco, encargada de proteger los intereses del Estado (gringo) y sus ciudadanos. Robinson se mantuvo fiel a esto, tal como lo hará Arreaga, no importa si es gringo chapín, su papel es de carrera, de Estado, de representación del gobierno estadounidense.
La sustitución del embajador Robinson en octubre no será pues, producto de la “diplomacia” paralela, el nombrado es un diplomático de carrera y se intuye su nombramiento más desde el Secretario Kelly y el Subsecretario Brownsfield, que del propio Donald Trump. Quien tiene experiencia en el combate contra las drogas y el crimen organizado desde el Departamento de Estado, además de contar con una orientación para el fortalecimiento de los sistemas de justicia, especialmente en el hemisferio norte.
Para los Estados Unidos, Guatemala es el muro sin ladrillos donde intentan contener lo que ellos consideran peligro para su seguridad nacional; para eso han apoyado dictaduras, élites empresariales, partidos y ahora, apuestan por el “Estado de Derecho” y la lucha contra la corrupción y la impunidad.
Será divertido ver lo que elucubren los procorrupción cuando un guatemalteco, representante del gobierno gringo, también haga lo que le interesa al Estado Norteamericano y no a sus aviesos intereses.
Aunque faltan las reformas estructurales, las reglas del juego en la política guatemalteca se están modificando a partir de la agenda de quienes tienen la capacidad de incidir desde fuera en nuestra institucionalidad y economía nacional. Paradójicamente, esta vez el extranjero que encarnará a un nuevo aliado para la CICIG y el MP, será guatemalteco.
miércoles, 21 de junio de 2017
The Gossip Project
I
El disparo perforó limpiamente el cráneo y destruyó el tejido blando del cerebro antes de salir rompiendo en pedazos hueso y carne del otro lado, la masa encefálica siguió la trayectoria de la bala y se derramaba profusamente por un gran agujero en la sien izquierda. Estaba muerto. Sus ojos abiertos ya no miraban nada, la boca entreabierta tampoco decía nada. En su mano derecha una nueve milímetros, en la izquierda un ejemplar de… un momento, qué pasa, por qué me veo ahí tirado, estar muerto es estar muerto, me veo, que mal me veo, qué pasa, qué pasó.
Transcurrieron unos segundos y todo permanecía en silencio, el estruendo del disparo se había ido con la vida de aquel hombre, él flotaba ahora sobre sí mismo o sobre lo que quedó de su cuerpo, al fin me liberé entendió. Durante años pasó pensando en quitarse la vida, como último acto de rebeldía y libre albedrio; por qué carajo no puedo yo decidir cuándo morir pensaba, por qué cualquiera puede venir y quitarme la vida y yo mismo no puedo hacerlo. El asunto de la muerte no era una cuestión de dolor o decepción, era incluso una rara forma de un último placer, egoísta, solitario, morboso. Por supuesto estaba todo aquello de no encajar en el mundo y las consabidas etiquetas de oveja negra y demás, pero después de cuarenta años ya se había acostumbrado a ir contracorriente en todo.
De niño se sumergía durante mucho tiempo bajo el agua, esperando ahogarse, pero lo único que lograba era aumentar cada vez más su capacidad para bucear aguantando la respiración, en su imaginación infantil incluso llegó a creer que era capaz de respirar en el suelo de la laguna en la que se metía; se ponía de espaldas y veía la luz del sol difuminarse al paso de los peces, ponía las manos entrelazadas detrás de la cabeza y cruzaba las piernas, como si estuviera echado en la orilla tomando el sol, permanecía así, según él, mucho rato, fingía quedarse dormido. Cuando lo hacía en el mar, nadaba y nadaba hacía abajo hasta que sentía que los oídos le iban a reventar, quería llegar hasta lo más profundo, pensaba que tenía que haber algo distinto, un lugar para vivir; sin aire y con dolor en los tímpanos emprendía el ascenso desesperado, luego de tragarse una bocanada grande, flotaba por largo rato enojado consigo mismo por no poder llegar más lejos en lo profundo.
Esta vez lo había logrado, había ido más lejos, un clic fue seguido por una detonación y fue todo. Al fin podía despreocuparse de respirar, del dolor en los oídos, su cuerpo ya no lo ataba a nada. Y se marchó. En su mano izquierda un ejemplar de Dolphin Oji.
II
Las flores aún conservaban su rocío y el cuerpo inerte de aquel desventurado, también, la piel se le tornó grisácea, los labios palidecieron y sus pies eran ya de color púrpura. Frente a él, un perro lo veía fijamente, sin moverse. De cuando en cuando daba vueltas y escrutaba el aire alrededor, como buscando el alma del que yacía mirando cielo matutino sin mirar ya nada. Lloriqueaba y volvía a sentarse. Había pasado la noche entera en esa acción, no se atrevió a lamerlo o lamer la herida, sabía que algo había pasado y estaba asustado. Se sacudió la humedad acumulada durante la noche y volvió a sentarse, como esperando que su dueño se levantará y le arrojara un limón que le acercaba con la nariz.
El día transcurría de manera normal, el país se había acostumbrado a la barbarie y en las noticias de las siete de la mañana ya se podían contar los muertos por docenas, los asesinatos eran tan comunes como el catarro; por dinero, por cólera, porque si, la muerte llegaba sin avisar y casi en cualquier lugar para cualquier paisano. Yendo por la carretera, todos los días se podía observar por lo menos un cuerpo cubierto por una sábana blanca a un costado del camino acompañado de una veladora y un vasito de agua, o tapando sobre la espalda a algún chofer embrocado sobre el timón, o un carro empotrado en un poste luego de que el piloto perdiera el control tras haber sido atacado por sicarios en motocicleta. La vida valía poco o casi nada ya, igual se moría en la emergencia de un hospital público esperando ser atendido o en los cerros más olvidados, de indolencia o hambre. Eso no es un suicidio colectivo, se preguntaba el ánima de aquel que siempre refunfuñaba por todo esto. Flotaba ya un poco más alto, sobre la copa de los árboles, cada vez más lejos de sí mismo, cada vez más cerca de quien sabe qué.
Paradójicamente, viéndolo todo desde allá arriba, los colores eran más vivos, aunque no escuchaba nada, el silencio parecía era lo que le sostenía suspendido, abajo el perro ladraba, lo sabía porque veía el gesto del animal, el viento silbaba entre los encinos y los pinos, el movimiento de ramas y hojas lo atestiguaba. Imaginaba el ruido de los pájaros despertando porque les veía dejar las ramas más altas.
Estaré soñando se preguntó, será como aquel sueño recurrente donde huyendo de la lava corro y los ojos no me alcanzan para ver todo aquello, el mar que se acerca y las montañas. En ese sueño siempre se repetía la misma historia; como podía subía a su hijo a una tarima que flotaba, de un tirón subía también a la madre del pequeño. Entre fuego y agua, remando con las manos, llegaba a una saliente de tierra, ponía a salvo a su familia, su madre y su abuela (muerta hace mucho) lo esperaban. Mayor era su sorpresa cuando su padre (ya muerto también) subía a la tarima que él acababa de dejar, a dónde va papá, su padre estiro el brazo hasta terminar con el dedo índice señalando el fulgor de la lava, pero papá a qué va, allí están tus hermanos dijo el padre, no viejo, no hay nada, voy por ellos dijo, y desaparecía para siempre.
O aquel otro donde presenciaba la conversación de un Saraguate y una Guacamaya. ¿Señor Saraguate, ya resolvió cómo pasar al otro lado? Si doña Guacamaya, cuando pase el próximo cargamento de mariguana me cuelo en la lancha. ¿Y si lo agarran? Si me quedo de este lado igual me muero.
También había uno que lo atormentaba, sobre un pez ya sin agua que se había secado bajo el sol, un perro sarnoso y hambriento lo engullía completo: el perro moría apuñalado en las entrañas por el pez muerto.
Y el más inquietante, el de un hombre que se desnudaba en el umbral de su casa, temprano, apenas despuntaba el sol entre los cipreses viejos de una gran alameda. Su mujer salía a recibirlo y al verlo no entendía aquel cuadro. De lejos notaba que no estaba borracho. Qué explicación tenía aquel acto nudista en plena banqueta, miraba la mujer para todos lados, los vecinos ya salían a sus labores; una señora mayor que salió por el pan observó al hombre de pies a cabeza, moviendo la suya en señal de reprobación, y se fue mascullando palabras con su paso cansino.
Ya apenada, la esposa se acercaba a su marido, de golpe sintió un olor nauseabundo que se le metía hasta el centro mismo de la vida, echó para atrás y espetó al tipo que yacía en la entrada a pellejo pelado, y vos qué, de dónde venís, dónde te metiste; tráeme una bolsa para tirar toda la ropa, dejá que me bañe y luego te explico.
Aquel tipo se tallaba y tallaba, limpio ya estaba, pero el olor penetrante a muerte y descomposición se le habían quedado tatuados en la cabeza, seguía con el jabón y el pashte votando capas de dermis. Era bombero voluntario y la noche anterior le tocó acompañar a un asesino confeso custodiado por la policía, al lugar donde enterró a sus víctimas. Eran las nueve de la noche cuando llegaron a un lote sencillo con cerco de caña de milpa, llamaron a la puerta de lámina y salió una señora con mucha desconfianza, más al ver policía, que no es seña de nada bueno y menos a esas horas. Un agente explicó a la dueña del lugar la razón de su visita, ella explicó que no sabía nada que tenía tres meses de alquilar el lugar, tiempo exacto que había transcurrido desde el asesinato. A regañadientes permitió que entrara aquel desfile compuesto de policías, bomberos y asesino.
Caminaron hasta el fondo y dos manos unidas por grilletes se levantaron frente a sí, el dedo índice de la mano derecha señalo choyudamente el lugar, es ahí dijo con la boca hinchada el malhechor. Los policías voltearon hacía los bomberos, como diciendo –qué esperan, a trabajar-. En turnos fueron cavando los del casco rojo, un metro, dos, y al tercer metro sonó algo en el fondo, un sonido guango, luego empezó a salir olor a vida extinguida y entregada a la tierra completamente.
Ya la excavación fue con más cuidado, habían pasado tres horas, siguieron por los lados de donde habían descubierto el primer tope, poco a poco fueron apareciendo dedos de manos, torsos, pies, eran tres personas, una encima de la otra: llovía y la mezcla de lodo y jugos mortecinos hizo un coctel fétido que se pegaba en las paredes mismas del gusto.
Terminaron de batir lodo y muerte a las 4 de la mañana, a las 5 en punto estaba parado frente a su casa huyendo de la macabra realidad que forjó el hombre que mató a esas tres personas. Pero por qué, mientras aparecían los dedos de una niña, se preguntaba por qué, era la segunda niña que le tocaba ver sin vida, la anterior la llevo cargada todo el trayecto del lugar donde murió a la morgue, porque el Papá no quería entregarla, se aferraba a su pequeña de cuatro años babeando dolor, destrozado y llorando rabia, solo acepto entregarla si la llevaban cargada, como si estuviera dormida, con la cabecita apoyada en el hombro, como cargamos a nuestros hijos cuando se desploman de cansancio y nos toca llevarlos anidados en nuestro pecho hasta su cama. Así fue, aquel pequeño cuerpo, frío ya, reposaba en el pecho y el hombro derecho de aquel bombero, en su mente de padre pensaba que talvez si le practicaba respiración artificial, si masajeaba su pecho, volvería a vivir, a latir su corazoncito. Por qué se preguntaba mientras subían los cuerpos hechos piltrafa, hediondos, indignamente descompuestos.
Salió al fin de la ducha y se bañó nuevamente en menjurjes sanitarios, alcohol, desinfectante con olor, y finalmente, loción, una que no volvió a usar porque el olor le recordaba el olor a muerte.
Se sentó a la mesa, con su esposa y su hijo, los tres hacían cada quien su parte, él no pudo probar bocado, su hijo de cuatro años devoró su cereal y la esposa lo observaba callada. El niño dio las gracias, fue por su bolsón, les dio un beso y se fue. No se dio cuenta de que su padre lloraba, solo notó que le costó zafarse del abrazo de despedida.
Cuando quedaron solos, él conto a su mujer la historia de aquel asesino confeso que les señalo el lugar donde había enterrado a una familia entera y que le costó toda la noche desenterrar. No pudo responderse ni explicar el porqué. Desde aquel día que se desnudó en el portal de su casa, el olor de su hijo dormido, de su esposa tibiamente acurrucada a su lado y el de su casa al entrar, le devuelven la vida todos los días.
Definitivamente estoy soñando se dijo, y se dispuso a despertar.
III
Vinicio despertó abruptamente, gritando, el operador del dron TGP1 o “la chismosa 1” como preferían llamarlo en la unidad especial de vigilancia del Ministerio de Gobernación, había desarrollado una insufrible costumbre de mezclar las imágenes observadas durante su turno y con sus crisis existenciales. La nomenclatura TGP1 correspondía al nombre del proyecto conjunto Guatemala / Estados Unidos, “The Gossip Project” y el número del dron, 13 en total, distribuidos en todo el país, principalmente en puntos de la frontera sur mexicana y las fronteras con Honduras y El Salvador, el objetivo era vigilar tres actividades: narcotráfico, migración ilegal y delincuencia organizada. El último turno le tocó a Vinicio vigilar a un sospechoso de ser correo entre un prófugo muy importante y pieza clave en un caso de defraudación aduanera, la mayoría lo daba por muerto, pero el dron número uno lo había ubicado en uno de sus traslados por los vericuetos de las carreteras en el departamento de Sacatepéquez, hasta desembarcar descaradamente en un hotel de la Antigua Guatemala; el correo iba y venía dos veces por semana, su pantalla para entrar hasta la habitación donde se encontraba aquel pez “gordo”, era ir vestido de enfermero, anunciarse en la recepción como la persona que administraría el tratamiento al señor “Racún” nombre falso y en clave con el que estaba registrado la persona que ocupaba la habitación número 13. A los del hotel les sonaba a nombre en inglés, así que lo dieron por bueno.
El enfermero moreno y de pelo lacio fue seguido atentamente por Vinicio al salir del número 54 de la calle poniente, el vehículo color anaranjado facilitaba la labor del dron, además de la perfecta cuadrícula de la ciudad, salió hacia Santa Lucía, Milpas Altas, el recorrido era corto, veinte minutos y llegaba a una casa de seguridad, luego de salir de la Ruta Nacional a altura del parque ecológico Florencia, seguía por una carretera de terracería hasta llegar a una casa sencilla en medio de sembrados de milpa, cerca de “La Embaulada”. Detrás de la casa se subía hasta un bosquecito de pinos y cipreses, en un claro, yacía el cuerpo de aquel hombre moreno vestido de enfermero, no había sido un suicidio lo que observó Vinicio, pero mezclo la muerte del mensajero con sus propios deseos e inseguridades, al impostor de enfermero lo había matado una mujer menuda que sentada a su lado en un claro antes de llegar al pie del bosque, luego de hablar largo rato sacó un revólver calibre 22, se lo apoyó rápidamente en la sien al condenado y halo el gatillo, no fue la 9 milímetros de su sueño. Cien mil quetzales fueron el motivo...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Este trópico y su gente enamorada...
Este trópico está lleno de gente enamorada desmemoriada un día subimos a las nubes sobre el mar y al día siguiente nos hacemos...
-
Julio Roberto Cáceres, “El Patojo”, compañero militante del Partido Guatemalteco del Trabajo en la época de la Revolución del 44 y la poste...
-
Pendejo del latín pectinículus de pecten-inis 'pubis', significa pelo que nace en el pubis. Sin embargo utilizamos esa palabra par...