sábado, 25 de febrero de 2012

Ustedes dos son mi amor, mi Revolución.





Distinto, de una nueva manera, de una forma insospechada, así me palpita el corazón ahora.

Creo que esto es estar enamorado.  Me lo dice la espontaneidad y la inocencia que llevo a flor de piel.  Lo sé porque no creo que nada me sea imposible.  La delicadeza de mis toscas manos sembrando un rosal y luego cortando una rosa, no deja duda de mi enamoramiento.

El silencio por las tardes, con mi hijo en el regazo, escuchando torogoces y chocollos,  viendo gavilanes y conejos, persiguiendo correcaminos con la mirada, buscando pájaros carpinteros en lo alto de los árboles, repasando los colores que le nacen a la tierra, que se pintan en el horizonte, el silencio y los suspiros me dicen que sí, que estoy enamorado.

Y me gusta, porque tengo el corazón suavecito, lo furibundo no se me quita, pero llevo la vida mejor.  Sé que al salir todo será difícil, burdo, violento e incivilizado; así que voy con cuidado, ya no con ánimo de buscar camorra, ya no con ganas de encontrar quien me la paga.  La paciencia me lo dice, estoy enamorado.

Y por último, y lo más bello; ese sentimiento sólido, encendido, fiero, de que hay que cambiar el mundo, de que no importa si lo veo o no, pero tiene que cambiar, me dice que los mil dragones en mi pecho están intactos y yo debo hacer mi parte: con seriedad, con disciplina y con todo el amor que me nace todos los días, todo eso me dice que estoy enamorado.

Ustedes dos son mi amor, mi Revolución.

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