Distinto, de una nueva manera, de
una forma insospechada, así me palpita el corazón ahora.
Creo que esto es estar enamorado. Me lo dice la espontaneidad y la inocencia
que llevo a flor de piel. Lo sé porque
no creo que nada me sea imposible. La
delicadeza de mis toscas manos sembrando un rosal y luego cortando una rosa, no
deja duda de mi enamoramiento.
El silencio por las tardes, con
mi hijo en el regazo, escuchando torogoces y chocollos, viendo gavilanes y conejos, persiguiendo
correcaminos con la mirada, buscando pájaros carpinteros en lo alto de los
árboles, repasando los colores que le nacen a la tierra, que se pintan en el
horizonte, el silencio y los suspiros me dicen que sí, que estoy enamorado.
Y me gusta, porque tengo el
corazón suavecito, lo furibundo no se me quita, pero llevo la vida mejor. Sé que al salir todo será difícil, burdo,
violento e incivilizado; así que voy con cuidado, ya no con ánimo de buscar
camorra, ya no con ganas de encontrar quien me la paga. La paciencia me lo dice, estoy enamorado.
Y por último, y lo más bello; ese
sentimiento sólido, encendido, fiero, de que hay que cambiar el mundo, de que
no importa si lo veo o no, pero tiene que cambiar, me dice que los mil dragones
en mi pecho están intactos y yo debo hacer mi parte: con seriedad, con
disciplina y con todo el amor que me nace todos los días, todo eso me dice que
estoy enamorado.
Ustedes
dos son mi amor, mi Revolución.
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