Escribir con panela en las yemas
de los dedos, pues no me sale de las otras yemas. Aunque a veces da pena tanta acidez, no es
razón suficiente para ponerse ñoño y machacar con dulces imágenes y palabras
bellas y empalagosas. Cada vez que los
brazos del reloj se mueven, nos alejamos, nos acercamos, avanzamos y
retrocedemos, al pasar el tiempo entonces, nos encontramos estancados, no en un
momento, no en un lugar, sino es esta condición de incivilizados que nos toca
vivir y sobrevivir. Se nos vuelve un
imperativo construir burbujas que dejen fuera lo que pueda tocar lo que creemos
santo y puro, bello y níveo, nuestra familia, nuestras ideas, nuestra
espiritualidad; donde quepan nuestra felicidad, paz y sonrisas. En una oportunidad alguien me preguntó si
Guatemala cambiaría alguna vez, la verdad no supe que contestar, fue hace años,
aún no tengo una respuesta; honestamente creo que toda vez ignoremos nuestra
realidad, la respuesta no empieza a esbozarse siquiera.
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