Hoy me tocó domar un grito sin badajo
una hermosa e interminable noche
a un colibrí alegre e inocente
a un revolver con las pupilas montadas,
es la enésima vez que salgo desde abajo
sin bochinche
y felizmente,
me estrujo los puños en las pestañas:
seguir es el único camino,
aunque conspiren las -fraternidades-
los puritanos y falsarios
la pólvora, el acero y el fiambre
de ateridos e insustanciales corazones.
Por cada fútil bestia
crecen seres escenciales y se iluminan mis estrellas.
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