Por otro lado, cuando un político se inclina a pensar en necesidades específicas y en cómo se les puede satisfacer a través de acciones simples, y abandona políticas y programas, el resultado es la ambigüedad. En la actualidad los integrantes de nuestra clase política en el poder no dudan en utilizar trucos semánticos y procedimentales para lograr mantener niveles aceptables de gobernabilidad y así tener la posibilidad de alcanzar las metas que se han trazado. Sin embargo, la ambigüedad a la hora de manejar resultados y las soluciones facilistas, son el caldo de cultivo del conflicto. Las crisis, regularmente, surgen de temas mal manejados.
Cuando una curva lleva una tendencia al alza o a la baja, se puede prever qué ocurrirá, de tal forma que cuando se observa que están sucediendo determinados hechos en una dirección, es posible prever con alguna anticipación los resultados que arrojará una tendencia. Saber anticipar es un requerimiento básico para gobernar.
Zemelman define la historia como sucesión de coyunturas, y las coyunturas vividas durante estos primeros meses de gobierno no han sido anticipadas ni se han desarrollado acciones concretas y contundentes como base del plan de gobierno, solo se ha caído en una actitud reactiva. Se sigue escribiendo la historia de los gobiernos guatemaltecos como apagafuegos.
Dicho lo anterior, pasemos a lo que nos ocupa, el gobierno del presidente Jimmy Morales. La administración pública no se trata de buenas voluntades sino de planificación, ejecución y resultados. Optar a un cargo de elección debería suponer capacidades y conocimiento de lo que se enfrentará. Propuestas, liderazgo y capacidad de encontrar soluciones son parte de los activos que un político debe poseer para intentar servir desde el gobierno a la población.
Superar la coyuntura
El actual ciudadano presidente de la República de Guatemala, luego de casi siete meses de gobierno, ha sido rebasado por las circunstancias. Guatemala no es fácil de gobernar, pero tampoco es imposible hacerlo. Las exigencias tan prontas y tan duras al mandatario, han sido generadas por su propio estilo de gobernar y comparecer ante los medios de comunicación y la población. No ha sabido separar lo que significa administrar, gobernar y comunicar.
Tratar a la gente como niños de primaria, con cuentos, fábulas, chistes, etcétera, no llena el vacío que el Estado y los gobiernos han dejado a lo largo de la historia, especialmente desde la nueva Constitución Política de la República del año 1985 a la fecha. Los discursos del K´atun 2032 a modo de Plan de Gobierno y el de “yo pacto con el pueblo”, además del de “ni corrupto ni ladrón”, han muerto. La bancada oficial dio cuenta de ello, junto con el precario desempeño del gabinete de gobierno, amén de honradas excepciones que han sido salvavidas tirados desde el Ministerio Público para ocupar puestos clave pero totalmente desacreditados, el Ministerio de Gobernación y la Superintendencia de Administración Tributaria, por ejemplo.
En vía contraria, el presidente Morales ha tenido que prescindir de varios ministros, viceministros, secretarios y directores en poco más de 180 días de gobierno, lo cual denota que no reunió a gente de confianza con antelación, y tampoco pudo elaborar una estrategia clara para poner en práctica en el momento mismo que accedió al poder.
Párrafo aparte merece la actuación personalista y sorda del presidente, pareciera que no se deja asesorar o hace caso omiso en todos los frentes, siendo el de Comunicación Social el caso más grave. Su histrionismo llena el enorme vacío del estadista que pretende interpretar…
La situación del Sistema Público de Salud, la contraorden al ministro de Ambiente y Recursos Naturales frenando el buen trabajo que había iniciado, el claro colapso del Sistema Penitenciario, los parches, los remiendos, las donaciones y por último, la pérdida de liderazgo en el partido oficial, principalmente con los diputados de su bancada, son una muestra de lo grande que ha resultado ser el “papel” de presidente.
Somos un país que no cuenta con los recursos necesarios en el gobierno, humanos y financieros, con grandes problemas de recaudación, una cultura de evasión y rompimiento con la ley, donde la violencia, el abuso y la prepotencia socaban los valores de la sociedad; un lugar donde los forajidos suelen gozar de la simpatía y alcahuetería del vulgo, en resumen, difícil de gobernar, sí, eso lo sabemos todos, pero no es excusa para dejar de tener resultados, o por lo menos dejar claro que se tiene un norte y se va tras él.
Definir el mapa
Explicar clara y contundentemente la Política de Desarrollo Económico y Social sería muy útil en el ámbito macroeconómico, esto podría aclarar si la preocupación del gobierno es la elevación del nivel de bienestar de la población o cuál es su horizonte. Después de medio año, la población guatemalteca en general, analistas, editorialistas, columnistas, etcétera, no sabemos a ciencia cierta cuáles son las políticas agraria, vivienda e infraestructura, salud, educativa, seguridad alimentaria, medioambiental, entre otras, pero sí hemos asistido a entrega de donaciones, escritorios, sillas de ruedas; acciones positivas todas, pero aisladas y débiles.
Decisiones objetivas y racionales que definan los problemas que son objeto de las medidas del gobierno, reconocer las peticiones “pertinentes” y que pueden apuntalar las decisiones que se toman, tener claro las diferentes opciones políticas que se presentan, definir categóricamente los recursos necesarios para operativizar cada alternativa y calcular sus costos y beneficios, tomar decisiones sobre la base de información objetiva, son todos elementos útiles para dirigir el gobierno. Difícil de abordar como proceso, sí, y lo es más cuando quien hace gobierno pondera más el cortoplacismo, y sus limitaciones técnicas impiden la toma de decisiones objetivas y racionales, creando un medio propicio para la improvisación, la mediocridad y la corrupción, con el agregado de hacer lo que tradicionalmente el partido oficial ha hecho al llegar al poder: usar el clientelismo como método de gobierno, distribuyendo favores a correligionarios y aliados.
Un verdadero líder y estadista es capaz de conducir a la sociedad a través de su visión de Estado. Capacidad de idear, definir y desarrollar un plan de gobierno que genere beneficios a la población, y no solo suplir las deficiencias pasadas sino construir progreso, es imperativo para quien ocupe la Presidencia de la República.
Reorientar el rumbo
De seguir como hasta ahora, sumando desaciertos y sin políticas contundentes, se irán acumulando insatisfacciones y la presión social organizada crecerá, al igual que la crítica de la opinión pública y publicada. Resta suficiente tiempo para recomponer el rumbo, pero se necesitará de sensatez y humildad por parte del presidente Morales.
El listón que dejó el anterior gobierno está muy bajo, el apoyo de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala y el Ministerio Público son valiosos en demasía, así como el apoyo de la Comunidad Internacional y particularmente de la embajada de los Estados Unidos. Bastaría con alinear dos o tres acciones que estén a la altura de las circunstancias y el momento histórico para que el nombre de Jimmy Morales se inscriba en la historia como el presidente que inició el camino hacia otra Guatemala.
“Tratar a la gente como niños de primaria, con cuentos, fábulas, chistes, etcétera, no llena el vacío que el Estado y los gobiernos han dejado”.
“El presidente no ha sabido separar lo que significa administrar, gobernar y comunicar”.
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