Reñidas son las batallas
de las fuerzas que nos redimen
y bruñidas
en nuestra breve existencia
las caricias de lo sublime.
Ciegos de plumas
gritos y banderas
aunque se derramen, no encontramos tinteros,
gaznates, ni a los rebeldes de esta era.
En la hora buena,
estaremos
con nuestros ruidosos fantasmas,
como siempre
buscándonos entre las multitudes.
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