Sin marquesina ni neón
ni abrazos perennes
o vocación,
en tiempos raros
un fugaz roce es suficiente para un certero pinchazo a medio pecho de cuando en cuando,
inesperadamente rocambolesco
y sin virreinatos en el vasto territorio de los quereres,
en la escala del amor
me trepo a lo más alto de tu inasequible compañía
y me lanzo tras la textura de tu olor.
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