Aquí, sentado debajo de la inmensidad
el viento desnuda el cielo y me deja contemplar esa estrella
tiritando,
me quedo
para observarla, aunque sea un momento, mientras el cuerpo se hiela.
Busco refugio en el calor que ha dejado cuando se ha metido por las grietas del alma.
Sintiendo el mundo desde su lugar en esta pequeña galaxia
la vida es otra. Una que no conozco.
Una, que me entrego a vivir.
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