Desde que se me entiesaban los mocos de chiris, esta época me ha gustado; el frío trae consigo calor. Siempre lo mejor me ha sucedido por estas fechas, hasta el año pasado. Casi un año después, el frío me vuelve a confortar, me recuerda el dolor pero también me recuerda la fortaleza, la imbatibilidad y el coraje de mi padre: el ya no está, pero me acompaña siempre. A veces sonrío luego de haberme enfierecido con algo o alguien, y justo después de la batalla, cuando me limpio las heridas y me sacudo el polvo, lo veo sonriendo junto a mí, con sonrisa de satisfacción y mirada pícara.
A partir de este año, el frío me recordará a mi padre y seguirá siendo de las cosas que más disfruto y la época del año en la que me pasa lo mejor.
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