viernes, 7 de diciembre de 2018

Lenny Kravitz y nuestras madejas




Y puestos a desmadejar la juventud que cada vez queda más lejos, van quedando tirados los antifaces y los falos flácidos han encontrado la extraña conexión entre la lucidez, la belleza y el placer. El tema de dios es cada vez menos complicado, hay muchos dioses y se acerca morbosamente el poder despejar la incógnita. La Revolución lo es más que nunca, sin palmaditas en la espalda, en silencio y concreta. No se trata de poder sino de querer, amar con rabia lo correcto. Las vidas pasadas, unas queridas y otras no, son fundamento y han enseñado tanto que sería imposible tanta sonora carcajada sin ellas.  Puestos a desmadejar la juventud, hay que cosas que han cambiado mucho y otras que no cambiaran un ápice, la vocación por lo imposible, por ejemplo, eso de enamorarse y querer que te quieran. Lo que sí ha cambiado es que cualquier día llega un Lenny Kravitz y tu sex appeal se va al carajo, así que no sirve sentirse el centro del mundo o el dueño de nadie. Una vez un amigo, hermano, me dijo: “estamos hechos de retazos hermano, no pretendas vestir por completo a alguien, siempre nos falta algo y lo buscamos, sin malicia y a veces sí, pero somos demasiado imperfectos para tratar de llenar por completo a alguien”. Y otro me dijo “hermano, compañero, aunque nunca piense que ya la hizo, los bichos raros como nosotros tienen la batallas a la vuelta de la esquina, siempre”.
Así que a seguir desmadejando que todavía falta lo mejor…

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