Y puestos a
desmadejar la juventud que cada vez queda más lejos, van quedando tirados los antifaces
y los falos flácidos han encontrado la extraña conexión entre la lucidez, la
belleza y el placer. El tema de dios es cada vez menos complicado, hay muchos
dioses y se acerca morbosamente el poder despejar la incógnita. La Revolución
lo es más que nunca, sin palmaditas en la espalda, en silencio y concreta. No
se trata de poder sino de querer, amar con rabia lo correcto. Las vidas
pasadas, unas queridas y otras no, son fundamento y han enseñado tanto que
sería imposible tanta sonora carcajada sin ellas. Puestos a desmadejar la juventud, hay que
cosas que han cambiado mucho y otras que no cambiaran un ápice, la vocación por
lo imposible, por ejemplo, eso de enamorarse y querer que te quieran. Lo que sí
ha cambiado es que cualquier día llega un Lenny Kravitz y tu sex appeal se va
al carajo, así que no sirve sentirse el centro del mundo o el dueño de nadie.
Una vez un amigo, hermano, me dijo: “estamos hechos de retazos hermano, no
pretendas vestir por completo a alguien, siempre nos falta algo y lo buscamos,
sin malicia y a veces sí, pero somos demasiado imperfectos para tratar de
llenar por completo a alguien”. Y otro me dijo “hermano, compañero, aunque
nunca piense que ya la hizo, los bichos raros como nosotros tienen la batallas
a la vuelta de la esquina, siempre”.
Así que a
seguir desmadejando que todavía falta lo mejor…
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