A ese ni caso. Cuesta, porque a veces dan ganas de ponerle toditita la atención a ese que por la espalda de mete “tamañote cuchillote” mientras te abraza y te saluda con candor. Cuesta no darle una trompada que le llene toda la jeta y gritarle con toda la propiedad del mundo que es una nigua y un bicho egoísta.
Pero en realidad no hay que perder tiempo con el pendejo de al lado, hay que pensar en el Sistema, que por cierto está lleno de este tipo de pendejos, pero que son producidos estructuralmente, y a esas causas estructurales de nuestra desazón es a las que tenemos que combatir con toda nuestra alma.
Cuando alguien se muere por un puesto para tener inmunidad, porque alguna cola tiene que le machuquen, porque cree que su “falo” será más grande, porque siente que tendrá “poder”, pos ese es el pendejo de al lado. Insisto en lo que dice Holloway, “el poder hacer” es una herramienta, un arma, sin importar si se es candidato o no, lo que importa es que hagamos desde nuestra trinchera lo correcto, lo ético, lo diáfano. Burócrata, carpintero, intelectual, obrero, sindicalista, empresario, artista, profesional, merolico, anarquista, comunista, o lo que seamos y hagamos, debemos serlo y hacerlo conscientes de que el fin no justifica los medios y que debemos ser congruentes en nuestros hechos y palabras. Es decir, en no convertirnos en el pendejo de al lado.
El pendejo de al lado es intrascendente, se quedará solo cuando la Revolución Civilizatoria reclute a Tirios y Troyanos, los que ven solo el derecho de su nariz y creen que hay una única manera de cambiar el mundo: teniendo ellos poder, pues pasarán a joderse un poquitito y a irse también un poquitito a la mierda.
QUE VIVA LA REVOLUCIÓN CONTRA LOS PENDEJOS
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