La muerte se esconde a la vista de
todos de tan cotidiana, pero cuando te sale al paso y las entrañas se te
enjutan, de golpe te acordás lo que duele, lo que desarraiga el corazón y lo
echa a lugares del alma que jamás haz recorrido. La muerte, de extraña pasa a ser propia
cuando es tu sangre la que está frente a vos en una caja. La muerte, llega y se queda, se vuelve huésped
indeseado, se acuesta con vos, te mete los dedos en los sesos y te hace soñar
con anhelos, te confunde y creés que son recuerdos. La muerte, nos hace humanos, nos inocula
miedo, después de ella, cada vez que nos despedimos de los que amamos, no
podemos evitar querer con toda el alma que no sea la última despedida y soltás
un “los amo”; suave, profundo, y va en él, la vida, por si la muerte llega.
jueves, 1 de mayo de 2014
martes, 22 de abril de 2014
SUEÑOS
A VECES LOS SUEÑOS SON LA CLOACA DEL ALMA,
A VECES SU SHANGRILA;
PERO SIEMPRE DESPERTAMOS PARA PERSEGUIR MÁS “ÁNGELES Y DEMONIOS”.
sábado, 19 de abril de 2014
Carita feliz
Hoy vi un poema, mi hijo lo estampó sobre una hoja grande, con sus manitas inocentes escribió: te amo.
Primero le puso dos ojos al te amo, luego hizo un círculo alrededor, enrollo su puño varias veces y apareció una nariz, por último pintó una boca feliz.
martes, 15 de abril de 2014
Excusas y añoranzas
Que larga es la vida
y que corto el tiempo.
El reloj, la distancia o nuestros dueños,
cuando se trata de desamar: todo
conspira,
nuestra pobre ignorancia y la propia
vida.
lunes, 24 de febrero de 2014
El rojo diablo y el puro Dios
Y el mundo se cae y se despedaza,
y siempre ha sido así:
los
pobres vuelven luego de cada quimera a ser masa
hasta que venga otro santo rojo como el diablo
o casto y puro como Dios.
viernes, 7 de febrero de 2014
Mis plantas solo pisan y avanzan, no sé qué me queda
delante, embebido y casi embriagado con mis propios pensamientos, llevo una
mirada salina y aguada, los dolores me estorban, no me funciona la sien: no sé
qué será del mundo hoy, ojalá quede algo de mí para cuando vuelva; me da miedo
la heredad que no se desea y se posee, que viene, que se escurre hasta el
centro mismo de tu ser, la que no quieres y es tan tuya como la sangre misma;
el silencio y la amargura llenan todos los vacíos, me dan miedo mis demonios y amo
el fuego que desatan.
lunes, 3 de febrero de 2014
Silencios, vacíos y demonios
Mis plantas solo pisan y avanzan, no sé qué me queda
delante, embebido y casi embriagado con mis propios pensamientos, llevo una
mirada salina y aguada, los dolores me estorban, no me funciona la sien: no sé
qué será del mundo hoy, ojalá quede algo de mí para cuando vuelva; me da miedo
la heredad que no se desea y se posee, que viene, que se escurre hasta el
centro mismo de tu ser, la que no quieres y es tan tuya como la sangre misma;
el silencio y la amargura llenan todos vacíos, me dan miedo mis demonios y amo
el fuego que desatan. Lástima que la mierda no sirve para pagar deudas.
lunes, 6 de enero de 2014
Velación
Un día cualquiera
con lluvia, calor y
sudor
se transformó en un
momento hinchado de llanto
zompopos devorando las
coronas
y un tumulto de gente
temiéndole a la muerte.
PECKAMO
En lontananza
alguien brilla
suavemente,
aquí
al lado de mi pecho,
alguien me enciende
furiosamente la ternura.
Gracias Kamilo.
viernes, 27 de diciembre de 2013
Nueve días: PECK
PECK
“Ya todo terminó”, sentenciaba
Esteba Danilo Santos Peck con su puño y letra, firme y claro, como fue su
costumbre siempre; cada uno fuimos leyendo la sentencia, pasándonos de mano en
mano el cuaderno donde la había escrito, uno a uno fuimos llorando silenciosamente
alrededor de la cama de hospital donde nuestro padre llevaba nueve días de estar
luchando obcecadamente contra la muerte.
La noche anterior, la batalla de
Peck contra la muerte fue descomunal, al recordar esos momentos el orgullo me cimbra,
pero vivirlo fue lastimero, humillante y hasta inhumano; el oxígeno que debía entrar
por la nariz con el sistema que tenía puesto, se lo llevaba a la boca, en un
intento de hacer más cierta la vida, más concreta, tragándosela, intentando a
bocanadas comerse las amenazas de la muerte.
También tenía una mascarilla con la que intentaba duplicar lo básico
para sobrevivir, pero ni por la boca ni por la nariz el oxígeno pasaba a la
sangre, a los órganos, los pulmones habían muerto ya: él no.
Su mente, lucida hasta el último
momento, analizaba, decidía, ordenaba, manipulaba, todo con un objetivo, no
perder; aferrarse a la vida era la consecuencia, pero Peck fue así siempre, su
acto reflejo era dar pelea, plantar cara, no darse por vencido ante nada: la
muerte se topó con un tipo dispuesto a enfrentarla y probarla hasta los límites
más extremos. Su cuerpo, sus sistemas
internos, sus órganos, a pesar de lo que la lógica pueda mandar, obedecían lo
que Peck les exigía, fue solo hasta que descanso su mente que su cuerpo
descanso.
El día que salió de su casa,
alguien pidió orar, Peck dijo que sí “pero sin llorar”, claro está, todos
lloraron. Su último gesto para quienes
llegaron a despedirlo fue el pulgar en alto, siempre positivo, siempre en pie
de lucha; nueve días después la actitud era exactamente la misma, a pesar de ya
no contar con su cuerpo. La conclusión a
la que llegó fue que su cuerpo se venció, él no.
Durante los últimos cuatro años
la enfermedad fue avanzando aceleradamente, sus pulmones sufrían de fibrosis,
lo que endurece y necrotiza de manera progresiva e irreversible el órgano, y el
hallazgo fue completamente tarde. Al
hacer esfuerzos se ahogaba y al subir a la altura de la ciudad capital sentía
que le costaba respirar, esto lo asociaba a la falta de condición física y el
frío de la altura; ni una cosa ni otra, sus pulmones ya trabajaban solo con el
30% que no había sido afectada por la fibrosis.
El último año, ya con oxígeno
permanentemente, el sufrimiento y la lucha era evidente, su esposa y su segundo
hijo, sufrieron y lucharon igualmente, día a día. Cada crisis y cada emergencia la asumió ese
colectivo de tres, que no se separó ni un segundo, sirvió más que para vencer a
la muerte, para fortalecer a los que acompañaban ejemplarmente al ejemplar
luchador.
Dieciséis horas después de anunciar
su partida, partió. La despedida fue
apoteósica, salió de su casa alzado en hombros por marineros vestidos de
impecable blanco, paró las operaciones de la empresa portuaria y la caravana fúnebre
entró al recinto portuario, recorriendo los lugares por donde Peck se paseó
dejando huella, máquinas de veinte metros de altura se alinearon e hicieron un
arco para darle el último adiós, igualmente sus compañeros y compañeras de trabajo
hicieron una valla aplaudiendo mientras decenas de camiones bocinaban
estruendosamente.
En el cementerio habló
uno de sus compañeros marinos, hoy gobernador, un amigo entrañable, un primo
que viajó gran distancia para estar presente, y el hijo que le acompañó
siempre: palabras más palabras menos, todos dieron gracias por el ejemplo y la
forma de dejar huella, todo hecho con franqueza, honor y pasión.
Al final, la familia de Peck se
gozó la despedida y sintió un morboso orgullo.
Nueve días después ya todo había terminado, inició una etapa distinta
para nuestra familia; ya veremos a dónde llegan nuestras naves, cuándo
terminará todo para nosotros y si nuestros finales serán tan maravillosos como
el de nuestro padre. Descanse en paz
Papá.
lunes, 9 de diciembre de 2013
Maldita y bendita muerte
La muerte se acerca con sus olores y compases
burlándose de nuestros ritos y trances,
descargando sobre nuestras debilidades
culpas, dolores y faltantes.
Llega y no se va,
llega y se instala,
llega y el pleito se alarga, hasta que ella quiera.
Le muerte ronda nuestros pasos
en los fríos pasillos de un hospital
en los retorcidos pasillos de nuestra mente,
la traen a cucuche los médicos y enfermeras
se esconde detrás de las puertas a escuchar nuestras oraciones
hace que nos duela todo lo que pueda doler,
en silencio, espera.
Maldita seas muerte, bendita seas
por el dolor que nos causas
porque seguro es,
que acabarás con él.
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