Todos los días crezco un poco
y me voy desintegrando,
ahondo con las manos
el pozo de mi felicidad
limpio y abono el surco,
y más convencido que nunca:
me quedo en el mismo bando
aunque cada vez
encuentre menos complicidad.
Muchas cosas ya no tendrán arreglo,
me quedo con la algarabía que habita los árboles
los olores y el color
tendrán que pasar otro par de revoluciones
para componer este siglo
y que nuestra felicidad
también sea parte del folclore.
Aquí
hoy y mañana:
me declaro grano que cae a la tierra
en intento amoroso de llegar a tu boca
y la de nuestros hijos e hijas
podrá más esta sabiduría de ríos y montañas
que todas sus guerras
y abrojos.
Todos los días
me acerco
un poco al infinito de la luz y me alejo de esta inmensa fuerza que nos apacha...
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