Cuando el paisaje azufrado se excede
de lava
y las veredas se llenan de
lenguas como cerros quemados
algo se revela
lucha para parir algo nuevo
y dejar de vivir remilgado como
un chocante singular.
Sabemos mucho de llanto por estos
lares
de sacacuartos,
zafios y torpes regidores
a nuestros dolores
no les caben más colores
y pintamos cementerios para
olvidarlo,
llevamos el lomo y la ingenuidad
cansada:
los pastores por pan nos dan
culebra
y los políticos un ataúd lleno de
betún.
No siempre lo logro,
casi nunca, pero cuando sucede
surge un momento primoroso
acompañado de un resuello triunfante
fecundando de dulzura,
vociferante de la ventura que me produce el
espectro de tu luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario