Empachado de escribir sobre la muerte
de los que rapiñan vaciándole las cavidades a los vivos
y de ir sintiendo el dolor y los abismos que me tragan
cada vez que devoran a mis hermanos,
yo los maldigo aunque me proscriban.
Algún día esta locura será colectiva,
y ya no vivirán del sudor ajeno
el pobrerío no les ofrendará a sus hijos
ni habrá un ictus colectivo con sus leyes, letras e
historia.
Mientras tanto, mañana algunos conspiraremos nuevamente
conjurando el miserable futuro
que su magnanimidad le tiene preparado a este “país de
mierda”.
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