lunes, 6 de enero de 2014

PECKAMO






En lontananza
alguien brilla suavemente,
aquí
al lado de mi pecho,
alguien me enciende furiosamente la ternura.


Gracias Kamilo.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Nueve días: PECK

PECK

 
 
 
“Ya todo terminó”, sentenciaba Esteba Danilo Santos Peck con su puño y letra, firme y claro, como fue su costumbre siempre; cada uno fuimos leyendo la sentencia, pasándonos de mano en mano el cuaderno donde la había escrito, uno a uno fuimos llorando silenciosamente alrededor de la cama de hospital donde nuestro padre llevaba nueve días de estar luchando obcecadamente contra la muerte.

La noche anterior, la batalla de Peck contra la muerte fue descomunal, al recordar esos momentos el orgullo me cimbra, pero vivirlo fue lastimero, humillante y hasta inhumano; el oxígeno que debía entrar por la nariz con el sistema que tenía puesto, se lo llevaba a la boca, en un intento de hacer más cierta la vida, más concreta, tragándosela, intentando a bocanadas comerse las amenazas de la muerte.  También tenía una mascarilla con la que intentaba duplicar lo básico para sobrevivir, pero ni por la boca ni por la nariz el oxígeno pasaba a la sangre, a los órganos, los pulmones habían muerto ya: él no.

Su mente, lucida hasta el último momento, analizaba, decidía, ordenaba, manipulaba, todo con un objetivo, no perder; aferrarse a la vida era la consecuencia, pero Peck fue así siempre, su acto reflejo era dar pelea, plantar cara, no darse por vencido ante nada: la muerte se topó con un tipo dispuesto a enfrentarla y probarla hasta los límites más extremos.  Su cuerpo, sus sistemas internos, sus órganos, a pesar de lo que la lógica pueda mandar, obedecían lo que Peck les exigía, fue solo hasta que descanso su mente que su cuerpo descanso.

El día que salió de su casa, alguien pidió orar, Peck dijo que sí “pero sin llorar”, claro está, todos lloraron.  Su último gesto para quienes llegaron a despedirlo fue el pulgar en alto, siempre positivo, siempre en pie de lucha; nueve días después la actitud era exactamente la misma, a pesar de ya no contar con su cuerpo.  La conclusión a la que llegó fue que su cuerpo se venció, él no.

Durante los últimos cuatro años la enfermedad fue avanzando aceleradamente, sus pulmones sufrían de fibrosis, lo que endurece y necrotiza de manera progresiva e irreversible el órgano, y el hallazgo fue completamente tarde.  Al hacer esfuerzos se ahogaba y al subir a la altura de la ciudad capital sentía que le costaba respirar, esto lo asociaba a la falta de condición física y el frío de la altura; ni una cosa ni otra, sus pulmones ya trabajaban solo con el 30% que no había sido afectada por la fibrosis.

El último año, ya con oxígeno permanentemente, el sufrimiento y la lucha era evidente, su esposa y su segundo hijo, sufrieron y lucharon igualmente, día a día.  Cada crisis y cada emergencia la asumió ese colectivo de tres, que no se separó ni un segundo, sirvió más que para vencer a la muerte, para fortalecer a los que acompañaban ejemplarmente al ejemplar luchador. 

Dieciséis horas después de anunciar su partida, partió.  La despedida fue apoteósica, salió de su casa alzado en hombros por marineros vestidos de impecable blanco, paró las operaciones de la empresa portuaria y la caravana fúnebre entró al recinto portuario, recorriendo los lugares por donde Peck se paseó dejando huella, máquinas de veinte metros de altura se alinearon e hicieron un arco para darle el último adiós, igualmente sus compañeros y compañeras de trabajo hicieron una valla aplaudiendo mientras decenas de camiones bocinaban estruendosamente. 

En el cementerio habló uno de sus compañeros marinos, hoy gobernador, un amigo entrañable, un primo que viajó gran distancia para estar presente, y el hijo que le acompañó siempre: palabras más palabras menos, todos dieron gracias por el ejemplo y la forma de dejar huella, todo hecho con franqueza, honor y pasión.


Al final, la familia de Peck se gozó la despedida y sintió un morboso orgullo.  Nueve días después ya todo había terminado, inició una etapa distinta para nuestra familia; ya veremos a dónde llegan nuestras naves, cuándo terminará todo para nosotros y si nuestros finales serán tan maravillosos como el de nuestro padre.  Descanse en paz Papá.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Maldita y bendita muerte




La muerte se acerca con sus olores y compases
burlándose de nuestros ritos y trances,
descargando sobre nuestras debilidades
culpas, dolores y faltantes.
Llega y no se va,
llega y se instala,
llega y el pleito se alarga, hasta que ella quiera.

Le muerte ronda nuestros pasos
en los fríos pasillos de un hospital
en los retorcidos pasillos de nuestra mente,
la traen a cucuche los médicos y enfermeras
se esconde detrás de las puertas a escuchar nuestras oraciones
hace que nos duela todo lo que pueda doler,
en silencio, espera.

Maldita seas muerte, bendita seas
por el dolor que nos causas
porque seguro es,
que acabarás con él.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Despedida




Nunca he sido bueno para las despedidas, me cuesta mucho cerrar, voltear la página, pero nunca antes me había tocado una despedida es estas, que tu padre te diga adiós, es un golpe seco en el gaznate, te deja sin aire, no te sale la voz, no se puede manejar racionalmente; es la peor de las despedidas.

Al mismo tiempo es un momento de mucha paz, porque se junta todo lo bueno y es lo que se tiene presente, de mucho silencio, porque cualquier palabrerío es vano, de mucho amor y autenticidad, porque se yace desnudo del alma, sin rencores ni dobleces.


Es bizarro, porque no es inmediato, que el tiempo sea oblongo es lo más deseado.  Cada segundo se vuelve una incertidumbre, es un tiempo tortuoso de espera, que quieres se alargue por doloroso que sea.  Al final, jamás uno se despide, hay personas que te acompañarán siempre, mi padre es una de ellas.

martes, 7 de mayo de 2013

Vivo y soy feliz: pero no estoy ciego.






La vida en  este lugar,
es áspera como el lomo de un caimán.
Hacer que la felicidad nazca en la patria
como me nace cada vez que te pienso
es borrarse la sonrisa con muertos
olvido e indiferencia.
Vivo y soy feliz: pero no estoy ciego.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Sapito chimuelo




Cuando uno se piensa que ya tiene el arte dominado, aparecen sapos inesperados.  Sucede que a veces, por no saber de algo; un tema, una profesión, una actividad profesional, pues uno va aprendiendo tragando sapos.

Dicho lo anterior, tenemos al sapo inesperado; ese que se te aparece sin qué ni para qué, y te lo tenés que tragar sin más, porque es tuyo, vos lo creaste, no te diste cuenta pero el sapito es tuyo, así que pa´dentro.  Luego está el sapo sorprendido, es decir, te tragas el inesperado y haciendo cola viene el sorprendido, eso es como tragarse a sí mismo, es decir: el sapo tiene tu cara de perplejidad.  Lo sigue el sapo encachimbado, ese viene con cara de pocos amigos, echando rayos y centellas, enojado por lo pendejo que pudo ser, por lo pendejo que parece, por lo pendeja que es la vida.

Se necesita unos cuantos días para digerir a esos tres, luego de devolver el estomago unas cuantas veces y tener un nudo de piedra en el ceño, poco a poco vuelve la calma, otros sapos aparecen.

Aparecen unos también inesperados e impensados.  A mí me apareció uno pequeño, chimuelo, con los ojos brillantes, saltarín como el que más, desbordante de alegría: encantador en suma.  A ese incluso yo tuve que atraparlo para poder tragármelo, y perseguirlo fue la cosa más deliciosa y divertida.  El malestar en la panza por la triada de sapos anteriores, pasó a su lugar, al retrete.

Ya cansados de correrías, mi sapito y yo nos echamos a descansar, y juntos nos agasajamos con un sapote multicolor, inmenso, se nos plantó justo enfrente, nos dejó callados y procedimos a tragarlo lentamente, poco a poco, hasta que llegó el último de ese día, el sapo estrellado: de ese hablaré otro día.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Barrilete sin cola




Da gusto ver a los patojos disfrutando de elevar un barrilete, luchar y luchar al principio, correr, lograr darle un poco de altura, un poco de viento, pita y listo, se encarama en el cielo ese juguetito maravilloso.
Luego viene toda la aventura aeronáutica, que si cabecea, que si la cola es muy pequeña, que si es muy larga, que si tiene muy pocas varillas, que si está muy grande o pequeño; variables todas que hay que resolver a puro jalón de hilo o resignarse llegado el momento a que se venga al suelo.
Que sabroso cuando se termina el hilo, te das cuenta que ya no puede subir más, que lo encumbraste al máximo, recuperarlo intacto se vuelve el reto entonces.
Pero concentrémonos en el “cabeceo”, parece ser que esto sucede cuando la cola del barrilete no es proporcional al tamaño del mismo; inicia pegando jalones hacia los lados y queriendo bajar en picada lateral.  Si está muy alto, la fuerza que se siente en el hilo es grande, quema a veces, y es toda una odisea mantener estable al bichito volador.  Normalmente, si uno se da cuenta que la cosa es grave, es mejor bajarlo, lo más rápido posible, para que no se baje solito en caída libre.
La vida a veces es así, parece barrilete sin cola.  Por más que le jalemos al hilito y pensemos que tenemos contralada la situación, mejor sería bajar la “flecuda” vida a ras de suelo y corregirle la cola.
Hay vidas y barriletes, de diferentes diseños, colorido, tamaños. Los que son elevados para llamar la atención, los que tienen como objetivo llegar más y más alto, los que van donde están los demás barriletes, vidas, para compararse y salir deprimido o exaltado. Y están los simples y sencillos, los que se concentran simplemente en volar: volar y disfrutar en paz de la soledad del cielo.

lunes, 13 de agosto de 2012

viernes, 10 de agosto de 2012

Kamo





Sonrío y te veo reflejado
y cada vez que pasa
sonrío más
y más soy feliz, me haces feliz.
Y más sonrío.

viernes, 3 de agosto de 2012

¿Guatemala es una mierda?





Cada quien tiene su respuesta al respecto. Algunos pensarán que es demasiado “negativo” el solo hecho de plantearse la pregunta.  Otros dirán rotundamente que NO, que está jodida la política, la economía, el Estado, el Gobierno, los partidos, las iglesias, la educación, las calles, las familias, la paz social y la igualdad, pero por lo “demás”, Guatemala está bien.

Los académicos responderán con datos y prospecciones, datos que bueno, no es que yo sea negativo, pero que nos dicen que tenemos altos índices de mortalidad materno infantil, desnutrición, analfabetismo, deserción escolar, violencia intrafamiliar, femicidios, trabajo infantil, exclusión y pobreza.  Por ejemplo, tenemos un 53.7% de pobreza, un 13.3% de pobreza extrema, un 49.8% de desnutrición crónica en menores de 5 años.  Pero si corregimos eso, pues todo estará bien, eso sí, los responsables serán los políticos, no los eruditos.

Los dueños del país, el “bloque hegemónico” dirá quizá que hay que invertir más para que todo mejore, que el gobierno debe preocuparse en la seguridad y la infraestructura productiva, y todo estará bien.  Más monocultivos, más explotación de los recursos, más privatizaciones, y seguro que la modernidad al fin nos tocará y entonces estaremos en posición de contestar negativamente a la pregunta.

Yo, con todo respeto, debo contestar, es mi deber contestar y decir, sí, Guatemala es una mierda.

Nos alegramos porque alguien de apellido extraño triunfa relativamente en un más extraño deporte.  Vemos como un diputado intenta sobornar a un periodista, y no pasa nada, la vida sigue igual.  Putazos, exabruptos, pero nada serio, nada responsable.  Claro, qué son 2 mil comparados con 83 millones.  Nuestros padres y abuelos abandonados, condenados a trabajar hasta morir o morir por no trabajar y no poder ingresar recursos para sobrevivir.  Condenados a que se les utilice para la politiquería.

Se pierden bosques diariamente en el país a razón del equivalente a 19 campos de futbol.  De ser un país que aportaba oxigeno al planeta, estamos pasando a un país que aporta decididamente gases de efecto invernadero; 0.5% del total mundial.  Apenas se invierte el 0.6% del PIB en el Ambiente.  Déficit en cobertura en el sector salud.  Déficit habitacional.  Déficit social en suma.  Una macroeconomía deficitaria en definitiva.

Lo más importante será hacer que el país deje de ser una mierda.  Si no quieren los dueños del país, solo quedan dos caminos: la insubordinación o la obediencia.

Pequeña muerte...

Cada vez que así muero renazco limpio, en paz: pleno. Y para seguir viendo a los ojos a enemigos, traidores y estultos, escojo morir un ...