De las musas escojo la sirena
que con su canto
me envenena
me deja sin paz
entre los harapos y la pena
de un amor desenfrenado
a veces chato
otras rapaz
pero siempre condenado,
a sobrevivir en los montes habitados
por colibríes
búhos
y seres alados
aunque se muerdan en soledades
las flores sin sus néctares
animales de muchos ojos
y puertas sin candados.
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