Escojan el tema y pregunten, puede ser sobre crianza, el papel de la mujer, cuándo ir al doctor, educación, racismo, violencia en la calle y en la familia, y muchos otros temas, pregunten qué hacer: las respuestas los dejarán fríos.
Se da uno cuenta que la descomposición que vivimos hoy día no es ninguna casualidad. Si en nuestros círculos cercanos y en lo nos tan cercanos se comparten ideas como: “a los bebés no hay que darles pacha en la madrugada, tienen que aprender a dormir de corrido”, “es normal que se caigan de la cama”; “los doctores no saben”, “las mujeres abusan con eso del género”, “a mi hijo le enseñe a pegar primero: en la nariz, pa que sangre”, “los indios no cambian”, “los maestros ya no pueden castigar ni pegar, eso de los derechos del niño jodió todo”, “un par de pescozadas a tiempo no le hacen mal a nadie, todo lo contrario”.
Y así podríamos llegar hasta el infinito y más allá. La base misma de todo esto es la ignorancia craza, el privilegio de la violencia sobre el respeto y la paz, y cuando digo violencia no me refiero a la física, ese es el último escalón; hablo de violencia verbal, psicológica, social. Hablo del abuso que cometemos en contra de los más vulnerables.
Si no te corres para atrás en la camioneta, te corre el brocha: de la manera que sea. Se enoja con vos la gente que no puede subirse y viajar colgada, por supuesto, se encabrona el chofer porque no puede cobrar más pasaje. Si tu hijo no aprende a golpear primero, lo abusarán, será débil, poco hombre: le costará conseguir un puesto en la sociedad. Si la mujer se revela y quiere igualdad de derechos y obligaciones en la casa, en el trabajo, en la sociedad; es lesbiana o una puta por querer coger igual que los hombres; como los "gauchitos": como sea, donde sea, como quiera y con quien quiera.
Valgan estos ejemplos para decir que la superestructura está plagada de inequidad, embrutecimiento y violencia. Nuestra patria camina de la mano de concepciones jurídicas, morales, estéticas, religiosas, etc., que alimentan el salvajismo, lo incivilizado; la desigualdad, la violencia y el aprovechamiento del prójimo.
Nuestra conciencia produce un sistema de ideas que no nos deja alcanzar la paz. Aunque parezca trasnochado: tenemos que revolucionar al país. Instituciones, ideas y relaciones entre base y superestructura. Lo que tenemos hoy día es una cadena de arrastre perfecta para quienes viven de nuestra neandertal manera de sobrevivir.