Escribir con panela en las yemas
de los dedos, pues no me sale de las otras yemas. Aunque a veces da pena tanta acidez, no es
razón suficiente para ponerse ñoño y machacar con dulces imágenes y palabras
bellas y empalagosas. Cada vez que los
brazos del reloj se mueven, nos alejamos, nos acercamos, avanzamos y
retrocedemos, al pasar el tiempo entonces, nos encontramos estancados, no en un
momento, no en un lugar, sino es esta condición de incivilizados que nos toca
vivir y sobrevivir. Se nos vuelve un
imperativo construir burbujas que dejen fuera lo que pueda tocar lo que creemos
santo y puro, bello y níveo, nuestra familia, nuestras ideas, nuestra
espiritualidad; donde quepan nuestra felicidad, paz y sonrisas. En una oportunidad alguien me preguntó si
Guatemala cambiaría alguna vez, la verdad no supe que contestar, fue hace años,
aún no tengo una respuesta; honestamente creo que toda vez ignoremos nuestra
realidad, la respuesta no empieza a esbozarse siquiera.
sábado, 25 de octubre de 2014
viernes, 10 de octubre de 2014
En un lapso de tres disparos
Que cansado y patético puede
percibirse el estarse quejando todo el tiempo, pero este ejercicio de describir
la realidad diaria del país es una suerte de letanía quejosa. Hoy escuché 3 disparos a mi lado, secos, pausados,
hasta pareciera que no había prisa por hacerlos, los dueños de la muerte
estaban seguros de lo que hacían, de su entorno y del resultado que tendría su
acción.
En ese lapso de tres disparos
pasó de todo, alguien murió, alguien ejecutó, las personas que se transportaban
en el bus salían por la puerta de atrás, mujeres abrazando niños, hombres
trastrabillando y dejando mochilas tiradas, jóvenes estudiantes corriendo
agazapados y con los libros sobre la cabeza.
Los que íbamos pasando como acto reflejo encogemos el cuello y nos
agachamos lo necesario para dis que protegernos y no perder el control del
vehículo, al tiempo que se acelera y se observa todo lo que pasa
alrededor. El miedo es a una bala
perdida, a atropellar a alguien que escapa, a chocar con otro vehículo, y el
peor miedo de todos: vencer la cobardía y dejar solo de observar y escapar.
Mientras se denuncian entre sí
los que deberían cuidar por la justicia, por el ejercicio limpio y claro de la
democracia; mientras cada quien trata de embarrar de mierda a otro y salir níveo
en el intento; mientras cuentan sus centavos, “victorias”, poder e influencias;
mientras lucran con la muerte extendiendo factura, mientras enferman y no
informan, mientras todo eso sucede, los guatemaltecos mueren. Hasta cuándo país, hasta cuándo. La decadencia avanza sobre las ruedas de la
barbarie que nos aplasta a todos.
jueves, 9 de octubre de 2014
Los buitres regurgitan sobre nuestros pies
Los buitres regurgitan sobre nuestros pies: huele a podrido por donde pisemos. Los buitres bajan de su vigilancia artera y se alimentan de lo que queda de nosotros, luego tienen el descaro de regurgitarnos en los pies los restos macerados de nuestra lengua y corazón. A donde quiera que vayamos, llevamos la hediondez de lo podrido en nuestros pies, donde quiera que pisemos dejamos el fétido olor de lo descompuesto: mientras tanto los buitres siguen en vigilia voladora, ávidos de más lenguas y corazones.
miércoles, 1 de octubre de 2014
De la imbecilidad y otros demonios...
Viene la imbecilidad envueltita
en corazones y mentes pequeñitas, con más morro que sensatez, viven de cuerpos
putrefactos que andan sobre dos patas y tienen dos extremidades pero no
alcanzan a ser humanos. Vienen los
demonios a alimentarse de los imbéciles, se hartan tanto que les es difícil ser ubicuos y muchas veces se quedan a vivir en ese cuerpo inútil, en ese ser
imbécil, lo hacen creer sus propias estupideces y es así hasta el final de sus
días: después de haber hecho mucho daño, luego de no haber aportado más que
podredumbre.
martes, 30 de septiembre de 2014
El bueno, el malo y el Chapín...
Esta sociedad se mueve en los extremos insufribles del maniqueísmo, sin caleidoscopios de ideas, sin tonalidades, sin profundidad, sin riqueza: se mueve entre lo malo y lo bueno. Cualquier nicho espiritual, político, económico, ideológico, tiene el maniqueísmo de lo bueno y lo malo como base fundamentalista de sus ideas, opiniones y acciones.
Es difícil pensar a Guatebala
como Guatemala sin trascender esto, en lugar del bueno y el malo, pensar en el
Chapín; que acepte su genealogía e historia, que somos violentos por herencia,
que somos en buena medida corruptos, que la cosa no cambia a menos que la
cambiemos, que cada quien puede creer en lo que quiera sin querer conquistar
para sus huestes a los demás, y menos aniquilar económica y políticamente a
aquellos que no doblan sus rodillas frente al dios que otros han escogido.
El esfuerzo civilizatorio de la
construcción del Chapín debió empezar hace más de 500 años, cuánto más lo
postergaremos. Cuáles son los rasgos
distintivos del Chapín: ¿la violencia, el machismo, la exclusión social, la
concentración, el racismo, la corrupción, el fundamentalismo religioso? La
respuesta inmediata es no, la respuesta sensata asusta. ¿Qué es lo que define
el pensamiento del Chapín? ¿Es la hipocresía el modo de comportamiento que nos
diferencia? ¿Qué valores privilegiamos en los diferentes espacios de
socialización? ¿Es distinta la cultura de unos y otros, gobernantes y
gobernados, políticos y ciudadanía: Los buenos siempre somos los de abajo y los
malos los de arriba? Otra vez la respuesta asusta. Lo cultural nos atraviesa a
todos, no hay buenos ni malos, solo Chapines a medio hacer…
Muchos de los males que nos
aquejan y de los que nos quejamos cotidianamente, tienen como fundamento
nuestra falta de identidad cultural, entendida esta en su más amplio espectro.
jueves, 18 de septiembre de 2014
Río arriba...
Suavecito, empezando el día antes de que se levante el sol, pensando en lo que hay que enfrentar; me levanto y me niego a no salir, a atrincherarme, a apertrecharme y atrincherarme. Lo normal, un hombre muerto; el torso en la banqueta, las piernas en la calle. Lo normal, “movimientos” geniales en el tablero de ajedrez de la política nacional: demostraciones de fuerza, grandes obras a construir, oídos sordos al kaibilito, necios con vocación de cobardes, cobardes con vocación de estrategas, no hay buses por acá, un herido por allá, la radio y sus letanías, farolitos sonoros que truenan suceso tras suceso, como dicen los patojos/as: como el salmón, siempre contra corriente, así vive el guatemalteco en esta GUATEBALA.
En oriente se le dice "río arriba" a los que van contra corriente. Hacen falta muchos salmónes río arriba en este país, muchos, pero que naden, que se descojonen luchando por llegar, no importa si es solo a poner huvecillos y después morir; llegar y multiplicarse, esa debería ser la consigna. Ir contra corriente y no aceptar la muerte como algo normal; ir río arriba y no aceptar las mentiras y los engaños de quienes se paran desfachatamente frente a las cámaras y micrófonos a dar explicaciones sobre los porques de tanto poder de un preso, sí, un preso que colabrora para rehabilitar a otros presos, por favor, pendejos no somos.
Como el salmón que o llega o se muere en el intento, entonces llegar de una puñetera vez a la democracia, al Estado de Derecho, a la Justicia, o morir en el intento, si es que no vamos muriendo ya un poco, cada vez que que vemos a alguien muerto, tirado en la calle, cuando sufrimos al dejar el hogar y no saber si se volverá o si al volver todo estará bien. O morir construyendo herramientas, partidos, organizaciones, palabras, letras, hablando, diciendo, gritando. Algo hay que hacer para ir río arriba. Morir desenmascarando farsantes que dicen que van río arriba pero no es cierto.
En fin, toca sobrevivir el día, dar un par de coletazos e intentar que no te arrastre la corriente, buscar una piedra y apoyarte en ella, juntar fuerzas y dar un coletazo más, río arriba...
P.D. Otro día hablamos de los que "pescan" salmones...
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