Algunas semillas parecen espinas, esa es su estrategia para viajar, se entierran en el animal que pase a su lado para llegar a algún lugar e intentar germinar. Otras, son llevadas por el viento y parecen una romántica diáspora que se esparce grácilmente en busca de su lugar sobre la tierra. Algunas, simplemente caen desde muy alto y quedan enterradas, esperando la lluvia. Están las que son tomadas por manos callosas, gentiles, cuidadosas, y son puestas en su lugar después de mucho trabajar esperando que tengan las mayores oportunidades de germinar. Hay las que se abren paso entre la basura, en el entresijo de las banquetas, a la vera del camino, sobre los tejados, y lugares inimaginables a veces. Mi corazón, ya fue surco, espina clavada en el lomo de alguien, detrito de banqueta, caminos y caminos, techo, y cualquier cosa inimaginable en busca de una semilla. No importa qué semilla sea tu beso, ten, ven, toma mi pecho, plántalo: germinará un cariño sin dobleces.
martes, 7 de diciembre de 2021
domingo, 5 de diciembre de 2021
La curiosidad y la buena memoria...
Quizá haya que asumir que la sorpresa se apaga y la certeza, aburre a morir. Cuando se ha andado curioso por la vida y te vas dando cuenta que poco hay nuevo bajo el sol, la sorpresa se convierte en un vicio, es autocomplacencia disfrazada de libertad. Es conquista, autoafirmación, egoísmo puro y duro. Dejarla es imposible, la hipocresía se disfraza de cinismo y nos vamos elevando sobre los demás sin importar el reguero de corazones y dignidades mutiladas a lo largo de nuestro camino. Para ser verdaderamente curioso, hay que ser brutalmente sincero, y no siempre se tiene ese valor, muchas veces, casi siempre, es mejor mentir y ocultar, que escondernos en no hacer daño a los demás mientras libamos lo que nos apetezca. Quizá haya que asumir que la belleza se escapa y entonces la curiosidad se acrecienta, se vuelve más descarada y desapegada. Quizá, haya que entender que, si a través de la vida no hemos saciado nuestros instintos, el vértigo de último momento tampoco lo hará. Quizá, simplemente haya que aceptar que el amor no existe, que solo existe el latir, la sangre bullendo, la inconsciencia, y claro, al final, la soledad. Ese es el costo. Karma le llaman. Consecuencia creo. Entonces ya se buscan asideros, pero todo mundo escapa a nuestra presencia, porque ya saben que vamos a saciarnos sin sentir ni la más mínima pena por el envés del corazón, por el surco que se deja: abierto y estéril. Cuando llega la soledad hay que tener buena memoria de cuando se fue curioso.
Ave Fénix...
Nadie sabe cuántas veces el Fénix ha intentado levantarse de sus cenizas, cuántas veces lo ha logrado, cuántas solo alcanza a revolcarse y quedarse tirado, cuántas, deja hasta las pezuñas para volar un día más. Renacer de las cenizas es una metáfora hermosa, pero a veces no alcanza la belleza de la figura, las cenizas se vuelven cemento endurecido con babas y llanto, otras, ahogan. Las criaturas de fuego lo llenan todo con su fulgor e incandescencia, lo que no sabe el vulgo, es que cada vez que pavonea sus llamas, se consume a sí misma, aunque el momento sea mágico e incandescente, placentero, el clímax: si no hay qué alimente ese fuego permanentemente, hipócritamente recurrirá a lo de resurgir de las cenizas. Mejor sería ser luciérnaga, yesca, ocote, carbón, algo menos rocambolesco que garantice que siempre se encenderá el fuego, para un puchero, para calentarse el alma, para acercarle al corazón un poco de calor y que siga su marcha. Los que prefieran la extravagancia del Fénix, cuídense de tener público para que adore sus llamas y esté pendiente de su renacer de las cenizas, cuando no logren hacerlo, cuando no logren levantarse, el hambriento séquito del ave, pateará sus cenizas y buscarán otra llama donde derretirse las pupilas y comerse la carne del ave en llamas.
martes, 16 de noviembre de 2021
Ausencia
Lo correoso del cariño suele sucumbir a la ausencia:
lo que antes era portentoso músculo
capaz de acabar de una sola zasca con cualquier Dandi, se derrite,
fluye, se derrama en blanco y negro,
juega entre lo perverso y lo morboso. Sonríe,
y del calor sobre su cuerpo de agua, le nacen tormentas.
Ojalá la ausencia no fuese necesaria...
lunes, 15 de noviembre de 2021
Voluble
Era tan voluble
como
lo quisieran sus dioses
cuando creía que al fin se veía infalible,
apenas era vulgar pócima
para un prefabricado
problema siempre soluble.
Alma inundada de dioses cargando tierra
frío dato de un lejano esquema...
jueves, 11 de noviembre de 2021
Síncope nacional: y personal
El corazón se ha detenido un momento, la respiración también; la patria vive síncope a síncope: a veces intento no caer en esa falta de irrigación de ideas y críticas y de amores, pero no siempre logro mantener la conciencia afilada y encendida. Al despertar, solo vale la pena lo que se ha podido amar.
domingo, 31 de octubre de 2021
La concordia de la discordia...
La concordia es cómoda, a veces hasta placentera, pero sobre todas las cosas segura. El asunto es cuando se torna en trinchera dentro de una guerra sin bando pero con armas, donde se dispara sin escrúpulos por el puro gusto de venganza o placer. Luego, termina el día, y se vuelve al equilibrio de los convencionalismos y se guardan los pertrechos ideológicos, perversiones, mentiras, (y el más sensible puede llegar a mencionar incluso, las traiciones). La noria sigue su marcha y es menester comportarse con quienes nos quieren y con quienes no, con quienes no es más sencillo, es solo un ademán, los otros, los que se sienten con derechos de la inmensidad de un ser humano, eso es imposible. Menos, si aquel bicho galáctico es irrepetible y no lleva en la sangre la maledicencia, sino la justicia, que se torna injusta pero dulcemente vengativa cuando toca a quienes le aman. En fin, la concordia será siempre el principio de la discordia: amando, produciendo bienes, sembrando en tierra ajena, siendo parte de un territorio en el que no se existe. Pero sobre todo, cuando se cree idiota a la contraparte que sabe que la guerra está puesta.
viernes, 10 de septiembre de 2021
Víctor Hugo
sábado, 4 de septiembre de 2021
Motivos para incendiarlo todo
Hace
doscientos años quizá hubiese escrito sobre la rebeldía. Hace quinientos años,
también. Hoy, no sé, hoy, toca escribir sobre la memoria y hacer recuento de
las veces que debimos ser rebeldes. Mañana, si nos enamoramos en serio de la tierra que nos nutre y la sangre que nos une, quizá podamos escribir sobre otra cosa que no sean motivos para incendiarlo todo.
viernes, 3 de septiembre de 2021
La textura de tu olor
Sin marquesina ni neón
ni abrazos perennes
o vocación,
en tiempos raros
un fugaz roce es suficiente para un certero pinchazo a medio pecho de cuando en cuando,
inesperadamente rocambolesco
y sin virreinatos en el vasto territorio de los quereres,
en la escala del amor
me trepo a lo más alto de tu inasequible compañía
y me lanzo tras la textura de tu olor.
Los charlatanes y el eco de la rebeldía
Iba tan rápido y fuerte que se escuchó explotar su corazón
antes de chocar contra los límites acartonados de los gurús del egoísmo y el engaño:
un segundo después su palpitar sólo era eco de rebeldía.
Pequeña muerte...
Cada vez que así muero renazco limpio, en paz: pleno. Y para seguir viendo a los ojos a enemigos, traidores y estultos, escojo morir un ...

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Este trópico está lleno de gente enamorada desmemoriada un día subimos a las nubes sobre el mar y al día siguiente nos hacemos...
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Julio Roberto Cáceres, “El Patojo”, compañero militante del Partido Guatemalteco del Trabajo en la época de la Revolución del 44 y la poste...