viernes, 10 de octubre de 2014

En un lapso de tres disparos





Que cansado y patético puede percibirse el estarse quejando todo el tiempo, pero este ejercicio de describir la realidad diaria del país es una suerte de letanía quejosa.  Hoy escuché 3 disparos a mi lado, secos, pausados, hasta pareciera que no había prisa por hacerlos, los dueños de la muerte estaban seguros de lo que hacían, de su entorno y del resultado que tendría su acción.

En ese lapso de tres disparos pasó de todo, alguien murió, alguien ejecutó, las personas que se transportaban en el bus salían por la puerta de atrás, mujeres abrazando niños, hombres trastrabillando y dejando mochilas tiradas, jóvenes estudiantes corriendo agazapados y con los libros sobre la cabeza.  Los que íbamos pasando como acto reflejo encogemos el cuello y nos agachamos lo necesario para dis que protegernos y no perder el control del vehículo, al tiempo que se acelera y se observa todo lo que pasa alrededor.  El miedo es a una bala perdida, a atropellar a alguien que escapa, a chocar con otro vehículo, y el peor miedo de todos: vencer la cobardía y dejar solo de observar y escapar.

Mientras se denuncian entre sí los que deberían cuidar por la justicia, por el ejercicio limpio y claro de la democracia; mientras cada quien trata de embarrar de mierda a otro y salir níveo en el intento; mientras cuentan sus centavos, “victorias”, poder e influencias; mientras lucran con la muerte extendiendo factura, mientras enferman y no informan, mientras todo eso sucede, los guatemaltecos mueren.  Hasta cuándo país, hasta cuándo.  La decadencia avanza sobre las ruedas de la barbarie que nos aplasta a todos.

jueves, 9 de octubre de 2014

Los buitres regurgitan sobre nuestros pies





Los buitres regurgitan sobre nuestros pies: huele a podrido por donde pisemos.  Los buitres bajan de su vigilancia artera y se alimentan de lo que queda de nosotros, luego tienen el descaro de regurgitarnos en los pies los restos macerados de nuestra lengua y corazón.  A donde quiera que vayamos, llevamos la hediondez de lo podrido en nuestros pies, donde quiera que pisemos dejamos el fétido olor de lo descompuesto: mientras tanto los buitres siguen en vigilia voladora, ávidos de más lenguas y corazones.

miércoles, 1 de octubre de 2014

De la imbecilidad y otros demonios...







Viene la imbecilidad envueltita en corazones y mentes pequeñitas, con más morro que sensatez, viven de cuerpos putrefactos que andan sobre dos patas y tienen dos extremidades pero no alcanzan a ser humanos.  Vienen los demonios a alimentarse de los imbéciles, se hartan tanto que les es difícil ser ubicuos y muchas veces se quedan a vivir en ese cuerpo inútil, en ese ser imbécil, lo hacen creer sus propias estupideces y es así hasta el final de sus días: después de haber hecho mucho daño, luego de no haber aportado más que podredumbre.

martes, 30 de septiembre de 2014

El bueno, el malo y el Chapín...






Esta sociedad se mueve en los extremos insufribles del maniqueísmo, sin caleidoscopios de ideas, sin tonalidades, sin profundidad, sin riqueza: se mueve entre lo malo y lo bueno.  Cualquier nicho espiritual, político, económico, ideológico, tiene el maniqueísmo de lo bueno y lo malo como base fundamentalista de sus ideas, opiniones y acciones.  

Es difícil pensar a Guatebala como Guatemala sin trascender esto, en lugar del bueno y el malo, pensar en el Chapín; que acepte su genealogía e historia, que somos violentos por herencia, que somos en buena medida corruptos, que la cosa no cambia a menos que la cambiemos, que cada quien puede creer en lo que quiera sin querer conquistar para sus huestes a los demás, y menos aniquilar económica y políticamente a aquellos que no doblan sus rodillas frente al dios que otros han escogido.

El esfuerzo civilizatorio de la construcción del Chapín debió empezar hace más de 500 años, cuánto más lo postergaremos.  Cuáles son los rasgos distintivos del Chapín: ¿la violencia, el machismo, la exclusión social, la concentración, el racismo, la corrupción, el fundamentalismo religioso? La respuesta inmediata es no, la respuesta sensata asusta. ¿Qué es lo que define el pensamiento del Chapín? ¿Es la hipocresía el modo de comportamiento que nos diferencia? ¿Qué valores privilegiamos en los diferentes espacios de socialización? ¿Es distinta la cultura de unos y otros, gobernantes y gobernados, políticos y ciudadanía: Los buenos siempre somos los de abajo y los malos los de arriba? Otra vez la respuesta asusta. Lo cultural nos atraviesa a todos, no hay buenos ni malos, solo Chapines a medio hacer…

Muchos de los males que nos aquejan y de los que nos quejamos cotidianamente, tienen como fundamento nuestra falta de identidad cultural, entendida esta en su más amplio espectro.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Río arriba...





Suavecito, empezando el día antes de que se levante el sol, pensando en lo que hay que enfrentar; me levanto y me niego a no salir, a atrincherarme, a apertrecharme y atrincherarme.  Lo normal, un hombre muerto; el torso en la banqueta, las piernas en la calle.  Lo normal, “movimientos” geniales en el tablero de ajedrez de la política nacional: demostraciones de fuerza, grandes obras a construir, oídos sordos al kaibilito, necios con vocación de cobardes, cobardes con vocación de estrategas, no hay buses por acá, un herido por allá, la radio y sus letanías, farolitos sonoros que truenan suceso tras suceso, como dicen los patojos/as: como el salmón, siempre contra corriente, así vive el guatemalteco en esta GUATEBALA. 

En oriente se le dice "río arriba" a los que van contra corriente.  Hacen falta muchos salmónes río arriba en este país, muchos, pero que naden, que se descojonen luchando por llegar, no importa si es solo a poner huvecillos y después morir; llegar y multiplicarse, esa debería ser la consigna.  Ir contra corriente y no aceptar la muerte como algo normal; ir río arriba y no aceptar las mentiras y los engaños de quienes se paran desfachatamente frente a las cámaras y micrófonos a dar explicaciones sobre los porques de tanto poder de un preso, sí, un preso que colabrora para rehabilitar a otros presos, por favor, pendejos no somos.

Como el salmón que o llega o se muere en el intento, entonces llegar de una puñetera vez a la democracia, al Estado de Derecho, a la Justicia, o morir en el intento, si es que no vamos muriendo ya un poco, cada vez que que vemos a alguien muerto, tirado en la calle, cuando sufrimos al dejar el hogar y no saber si se volverá o si al volver todo estará bien.  O morir construyendo herramientas, partidos, organizaciones, palabras, letras, hablando, diciendo, gritando.  Algo hay que hacer para ir río arriba. Morir desenmascarando farsantes que dicen que van río arriba pero no es cierto. 

En fin, toca sobrevivir el día, dar un par de coletazos e intentar que no te arrastre la corriente, buscar una piedra y apoyarte en ella, juntar fuerzas y dar un coletazo más, río arriba...

P.D. Otro día hablamos de los que "pescan" salmones...

miércoles, 10 de septiembre de 2014

"Esto es un asalto señores..."






"Esto es un asalto señores, saquen todos sus celulares y billeteras". "Veinte pesos vieja serota (cachazo en la cabeza), te querés morir por un celular hijuelagranputa ("cerrojando" la 9 milímetros)".  Esto sucedió ayer a 20 personas en un comedor muy sencillo, de esos que uno busca porque el almuerzo es más barato, los comensales vestían de oficinistas asalariados, ropas sencillas, uniformes de empresas y demás atuendos básicos.  Los celulares sobre las mesas no eran iPhones, las billeteras a estas alturas del mes ya estaban flacas, pero igual les tocó vivir un momento más de la cotidiana violencia, impunidad y salvajismo de este bello y horrendo país.

No puedo más que sumar rabia.

Tres tipos, uno comiendo, otro parado entre las mesas y el último parado en la puerta; no fue una cosa improvisada.  El operativo debe estar bien planificado, con vigilancia, información, planificación de salidas, apoyo vehicular, etc.  Lo único que planifica un oficinista al salir a almorzar, son los poco más de 15 pesos que se puede gastar para el almuerzo, y la ruta para ir y venir de su trabajo.  Saciar el hambre, recobrar energía, volver a la faena, eso ya ni se planifica, se hace de manera rutinaria.  En cambio, estos gamberros, sin obligaciones, sin responsabilidades, sin aporte, sesudamente han de estudiar el teatro de operaciones, a sus víctimas, la logística, la seguridad, la zona.  Pareciera, pero solo es “percepción”, que del otro lado no se hace lo mismo…

No puedo más que sumar rabia.

La gente se levantó, algunos ya habían comido a otros se les fue el hambre detrás de los mañosos, el hambre de venganza, de justicia, hasta de catarsis; regresaron a sus trabajos a contar la “anécdota” “puta serote, no vez que nos huevearon pues, tres pisados, bien vestidos, ja, nos desplumaron, que metida de verga, yo acababa de comprar esa mierda de celular, ala que huevos, hora sí que me trabaron”.  “No ve pues chula que unos tipos, ay que susto, nos robaron en el comedor, en el que está allí abajito, el sotanito ese, a una pobre señora le dieron un gran cuentazo en la cabeza, y los policías ahí cerca usted, para mí que están apalabrados”.  “Jóvenes, les aviso que hay una nueva modalidad de robo en los alrededores, en los comedores, un tipo se pone en la puerta, dos más que están comiendo en una mesa se encargan de asaltar a la gente, tengan cuidado, a mí me pasó ayer”.   Y siguen las historias de un mismo hecho, ninguna va más allá de la catarsis y del compartir con los demás que tengan cuidado; es decir, damos por sentado que seguirá ocurriendo y que no podemos hacer nada.

No puedo más que sumar rabia.

Llámenme pesimista si quieren, pero insisto una y mil veces: “estamos pasando de la barbarie a la decadencia sin pasar por la civilización”, tres o cuatro años tengo de repetir esto, y no hay gobierno, organización social, pensador, cacique, periodista, obispo, futbolista, cantante, ministro, pastor, columnista, selección, medallista, chafa, subversivo, oligarca, retrogrado recalcitrante de derecha, fundamentalista fosilizado de izquierda, erudito no orgánico, analista, rector, diputado, bancada, junta directiva, corte, policía, ministro, fuerza de tarea, chonte en moto o bicicleta, patrulla conjunta, alcalde, artista, macho ibérico “autoimportado”,  macho pistolero, ni nadie, que hasta ahora haya logrado siquiera decir cómo combatir la violencia de manera seria y empática, no digamos hacer algo lo suficientemente significativo para la percepción y la realidad que vivimos todos los jodidos días.

No puedo más que sumar rabia.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Lima Oliva y yo…








Da igual quién nos gobierna, “cuervo o bambi”, son pasajeros.  Por crápulas o santos que sean, se alimentan de nuestra podredumbre o “elevados” valores; van, llegan, les creemos o no lo que dicen y hacen, y luego se van para dar paso a nuestra nueva “elección”.  Al final ese ser ciudadano democrático que no existe, es el que más falta nos hace, y no los mesías vestidos de salvadores infalibles: probado está que no nos han salvado de nada.

Luego, las tramas novelescas entre “mefistos” o “arcángeles”, y nosotros, los simples mortales, pues nos han hecho creer que es parte del folklore; expresiones como “así es”, “no se puede”, “ni modo”, y muchas otras, son nuestras muletillas para decir: “soy cobarde”, “soy egoísta”, “me la pela mi país”.
Cuando observo, escucho y leo la trama de Lima Oliva, me da nausea tanta mentira, tanto “culebrón” armado con restos de verdad, vomito ante el morbo de los medios queriendo sorprender al público con la noticia, con la primicia, como si esa realidad no los tocara, no fuera parte de su mundo: aquí, cuando el país se vaya a la mierda, nos vamos todos con él.  Habría que preocuparse más por la sociedad, el Estado, que por el “rating”.

Y bueno, el público, qué decir del público, nos persignamos, condenamos, creemos lo que suena, le echamos la culpa a los “mesías”, nos parapetamos en nuestros dogmas y seguimos tan frescos, hasta que venga otro “Miculax” a sorprendernos con nuevos vuelos de sinrazón, salvajismo y realismo “no” mágico.

Entre Lima Oliva y yo, casi que hay algo personal, él representa TODO lo que me jode todos los días; impunidad, violencia, abuso, categorización de ciudadanía de acuerdo a la capacidad de coerción, la ridiculez de institucionalidad que tenemos, muerte, despojo, cinismo e indolencia.  La pregunta es si entre Lima Oliva y todos los Chapines hay algo personal.

Pequeña muerte...

Cada vez que así muero renazco limpio, en paz: pleno. Y para seguir viendo a los ojos a enemigos, traidores y estultos, escojo morir un ...