miércoles, 21 de octubre de 2015

¿Sandra o Jimmy?

Colaboración para Mundiario.com

Sandra Torres o Jimmy Morales ¿quién será más exitoso gestionando conflictos y penurias?

Tomado de soy 502


Guatemala necesita nuevas propuestas políticas donde figuren conglomerados que protagonicen la disidencia del statu quo, de lo contrario seguiremos con el clásico y obsoleto caciquismo.

Guatemala está a pocos días de la segunda vuelta de las elecciones generales donde se definirá la opción política ganadora de la Presidencia de la República, sin embargo, ambas propuestas no han sabido hasta ahora debatir sus ideas, se han decantado por descalificaciones y ataques personales y no por la discusión del numen de sus ofertas, y ni hablar de reconocer aspectos comunes que son de interés nacional y que ambos deberían impulsar.
Las cosas no cambiarán radicalmente de un día para otro, en el fondo, ambas opciones mantienen la misma fórmula económica, institucional y visión estructural del país y los distintos pueblos que lo conforman; seguiremos con un Estado débil en cuanto a su capacidad de injerencia en los asuntos económicos que afectan a la mayoría de la población, con un sector privado fuerte que dicta los destinos de los guatemaltecos, y con una “gestión” de la pobreza por parte del gobierno.
No se trata acá de revolucionar en términos contrapuestos al sistema económico mundial y proclamar la estatización de empresas vitales para los servicios de la población, o expropiar tierras impulsando una reforma agraria, o el peor de los fantasmas, el socialismo puro y duro.  No se trata solamente de ser honrados, de eliminar la corrupción, de ser eficientes y eficaces, o la mayor panacea, ser un país capitalista y desarrollado.
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Seguiremos con un Estado débil en cuanto a su capacidad de injerencia en los asuntos económicos que afectan a la mayoría de la población, con un sector privado fuerte que dicta los destinos de los guatemaltecos, y con una “gestión” de la pobreza por parte del gobierno.

Ya basta de tonterías.  No hay socialista o capitalista que pueda gobernar este país en las condiciones actuales, cómo se puede explicar que año con año hay crecimiento económico pero no desarrollo, cómo, que en un territorio tan pequeño (ciento ocho mil kilómetros cuadrados) conviven realidades tan dramáticas como las del África subsahariana y los Hamptons en Nueva York, Estados Unidos; o como las de los lugares más pobres y abandonados en la India y los más opulentos de Europa.  El modelo político y económico ha fracasado y ningún gobierno de cuatro años lo hará triunfar milagrosamente.  Importamos más de lo que exportamos. Nuestra economía es de las más pequeñas del mundo, por lo tanto de las más débiles y dependientes.  La inversión  pública y privada no es para el progreso, sino solo para el desarrollo de infraestructura que facilite crecimiento y consumo.
En Guatemala, o empezamos de una vez por todas a hacer política real y no de pandereta, o preparémonos para el conflicto venidero.
Este país no es la finca de nadie, o no debería serlo, no es un territorio liberado; es un espacio común de quince millones de personas que están huérfanos de representación seria, responsable y con una visión de país incluyente.
Es un hecho que las manifestaciones en las diferentes plazas de los principales centros urbanos no fueron  suficientes para cambiar al país, es un hecho también que Estados Unidos hizo gala de todo su repertorio de manipulación de la política de otros Estados, que la Comisión Contra la Impunidad en Guatemala y el Ministerio Público jugaron su papel, pero también que la lección es clara, la participación de la ciudadanía de manera permanente puede poner contra las cuerdas a las instituciones, falta hacerlo por nuestro propio pie.

El actual modelo ha fracasado en la facilitación de la movilidad social y el combate a la pobreza.  Los gobiernos se han dedicado exitosamente a gestionar el conflicto y las penurias.

Sandra Torres y Jimmy Morales deberían estar conscientes del reto que a cualquiera de los dos puede tocar, no se trata de ganar unas elecciones y sonreír, se trata de estar realmente preocupado por el país que les tocará gobernar: un presupuesto desfinanciado, unas necesidades crecientes, y crasos problemas estructurales de concentración y exclusión.  Para gobernar no sirven los eslogan o los triunfalismos que presumen cantidades de votos alcanzados (sino vean al partido patriota), para gobernar no basta con “ser mejor” que el gobierno anterior.  El país necesita que con seriedad se hable de la realidad.  El actual modelo no ha resuelto el principal problema que originó el conflicto armado interno, tampoco ha facilitado la democratización de la riqueza.  El actual modelo ha fracasado en la facilitación de la movilidad social y el combate a la pobreza.  Los gobiernos se han dedicado exitosamente a gestionar el conflicto y las penurias.
“Cueste lo que cueste, pase lo que pase, yo intentaré sacar de la miseria a mi pueblo y darles a todos el mayor bienestar posible, basándome en los modernos cánones de la democracia". Decía el expresidente Jacobo Arbenz Guzmán, el partido o movimiento que haga suyas estás palabras y les ponga lucha, táctica y estrategia, estará encaminado a realizar los cambios verdaderos que Guatemala necesita; lo demás es palabrería y ansias de poder.
Gobernar Guatemala no es ni será fácil. ¿A quién de los dos contendientes le conferirá la ciudadanía urbana y rural la tarea de ser el puente entre el pasado y el futuro, a Jimmy Morales que de manera irreal todo lo ve fácil y posible, o Sandra Torres que causa alergia al llamar las cosas por su nombre?

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