¿Debate o debacle?
Superficialidad y ataques, ese es el resumen del último debate de los presidenciables, pero además podría ser el resumen de todos los encuentros que han sostenido desde que se abrió la carrera en segunda vuelta para la silla presidencial. Pareciera que la campaña negra se la hacen vis a vis, mucho harían ambos presidenciables si condenaran esta práctica y realmente no la encarnaran públicamente.
El tiempo que desperdician no mostrando que son los idóneos, sino haciendo ver que el otro es peor, deberían gastarlo en pasar de la corteza de las cosas al nudo mismo de nuestros problemas de país, a lo estructural, sin miedo, y no protagonizar ese lamentable espectáculo en el que ambos pierden más de lo que ganan. Ganarían más votos de los que pierden.
En marketing político, cada vez que se golpea a un adversario, se ganan y se pierden votos, la clave está en ganar más de lo que se pierde. En el caso de Morales y Torres, ambos se golpean tanto mutuamente, que el saldo les es negativo cada vez que se exponen de manera conjunta. Bien, entonces qué hará la diferencia, pues el nicho electoral de cada uno. Estamos a las puertas del enfrentamiento de los votos rurales y urbanos. Si en otras ocasiones he dicho que hay sectores internos y externos al país que gustosamente inclinarían sus esfuerzos, sutil o burdamente, para que Sandra Torres pierda las elecciones, hoy digo que la manera en que la candidata está abordando los debates presidenciales les facilita el trabajo a tirios y troyanos.
La logística del día “D” se vuelve estratégica para Torres, si la ejecuta disciplinadamente tiene una oportunidad. Morales está fresco y seguro, ojalá solo sea por sus años frente a las cámaras actuando y no por un triunfalismo, basado en cosas que no sabemos…
Los guatemaltecos merecemos saber cómo harán para mejorar nuestras vidas, expuestas permanentemente al desconsuelo de la violencia, el hambre y la miseria. Cómo buscarán el desarrollo y el progreso. Les quedan dos semanas para estar a la altura de las circunstancias, olvídense de sí mismos y piensen en el país. Protagonicen un debate, no la debacle de los partidos y el sistema.
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